La Ryder brilla con Tiger
Tiger Woods fue trending topic en Italia durante gran parte del 22 de julio, cuando pujaba por el Abierto Británico. Habían pasado diez años desde su última victoria en un major, así que la ocasión lo merecía. Nada tenía de raro si no fuera porque Woods jugaba con Francesco Molinari, que aspiraba a convertirse en el primer italiano en conquistar un grande. Chicco logró aquel triunfo y la tendencia cambió en su país, pero el ejemplo sirve para demostrar la enorme expectación que había en el planeta en torno a la posibilidad de que Tiger volviera a ganar. El éxito que tanto había rondado esta temporada llegó por fin el reciente domingo en el Tour Championship. La muchedumbre que le siguió en el último hoyo y los récords de audiencia verifican el inmenso deseo del golf por el retorno de su mito.
Tiger ha vuelto a reinar justo en la semana precedente a la Ryder Cup, lo que dota a esta competición de un brillo excepcional. Hace 25 años que Estados Unidos no doblega a Europa fuera de casa. Y los números del Tigre en este torneo son de perdedor. Pero ya nadie se acuerda de esos datos, ni de que Woods ha entrado en el equipo americano con una invitación de su capitán Jim Furyk. Lo importante para EE UU es que ha desembarcado en París con una imponente y laureada alineación. Y lo importante para el golf es que la resurrección de Tiger ha elevado su deporte a una dimensión galáctica en las fechas más adecuadas. A Europa se la distingue muy pequeñita en este duelo de 2018, pero esto es la Ryder Cup, un torneo mágico, y cualquier cosa puede ocurrir.