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Cristiano y Messi dejaron mal a la FIFA

Como soy devoto del Balón de Oro, no tanto porque me conceden el voto español desde hace tres años sino porque figura en mi imaginario íntimo desde 1956 (yo tenía cinco años cuando el primero lo ganó Stanley Matthews), miro con algún recelo el ‘The Best’. Para los poco avisados, recordaré que este es un premio con el que la FIFA quiso competir con el viejo, legítimo y querido Balón de Oro. Con esa intención, que el tiempo ha probado inútil, creó ya en 1991 un ‘FIFA World Player’, que rivalizó sin éxito con el Balón de Oro. Se fusionó con este en el año 2010 para luego divorciarse en 2016, cuando se reinventó como ‘The Best’.

Este lo ha ganado un jugador estupendo, jugador que ‘per se’ no gana partidos, pero que es el hilo que une las perlas, no sé a quién le debo esta imagen. Hay dos futbolistas que a todos (a ellos dos más que nadie) nos pueden parecer mejores, Messi y Cristiano. Echando a pies en el patio del colegio, seguramente les cogeríamos los dos primeros. Son los dos mejores, año con año, años con años. Pero no han sido los mejores este año, y les deja como cicateros no acudir a la gala de la FIFA a rendir tributo a quienes otras veces acudieron para hacer de teloneros y les rindieron el tributo sincero del aplauso del profesional al profesional.

Me sabe mal. Me lo esperaba, lamentablemente, en Cristiano, un ególatra al que sólo sólo me sentía capaz de relacionar con Gianluca Vacchi. Pero he aquí que Messi ha venido a arroparle. A decir verdad, no lo lamento tanto. Con el divorcio entre la FIFA y el Balón de Oro, temí que este, que hunde sus raíces de legitimidad en la historia y en el rigor, se viera desbordado por la temible capacidad de la FIFA para hacer una gran gala mundial, con vuelos privados para ‘primas donnas’. Ya veo que no es así, que ‘The Best’ intenta, pero no consigue, aparentar que es lo más de lo más, y que todo el mundo espera aún saber quién es el Balón de Oro.