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Respeto por el llanto de Cristiano

El dolor es un sentimiento de energía incontenible. Pertenece a la individualidad de las personas, y merece solidaridad. El llanto de Cristiano Ronaldo, futbolista que fue del Real Madrid y que ahora pertenece a la Juventus de Turín, obedece a su estupor por algo que él creyó que no le hacía justicia, una expulsión insólita en su carrera.

Su reacción fue la de un muchacho que no quiere perder la oportunidad que tiene, que se siente perjudicado por una decisión arbitral y que llora su impotencia. Puede haber otras cosas más respetables, quizá, entre aquellas que protagoniza un ser humano, pero nadie debe sustraerse al respeto ante el llanto.

Lo que pasó en Mestalla me produjo una infinita vergüenza por el género humano apiñado en la grada. Mientras Cristiano reclamaba al árbitro y lloraba, los gestos de regocijo y de burla convirtieron el momento que se vio por televisión, y que se vivió en el campo, en un espectáculo parecido al del circo romano.

El graderío valencianista vociferaba a favor de la desgracia de Cristiano. Sé que extrapolo hechos y emociones, pero de ningún otro modo puedo señalar mi desagrado. Espero que estos aficionados reflexionen ante las imágenes que se reproduzcan aquellos que protagonizaron esa actitud despiadada. No podrán borrar ya las imágenes, pero sí podrán escuchar el redoble ético de su conciencia.