España le dio un meneo a Croacia

Corría el minuto 23, la mitad justa de la primera parte, y el partido estaba todavía por romper a un lado u otro. Croacia se encajaba con seguridad, salía poco, pero cuando se asomaba nos hacía sospechar de nuestra defensa, demasiado confiada con y sin balón. En esas estábamos cuando en una subida de España Sergio Ramos cruzó un balón perfecto a Carvajal (un día tendremos que poner un monumento a esa maniobra), el lateral corrió, centró al primer palo y Saúl, el ilicitano, coronó la jugada con un cabezazo colosal, sin réplica, que encauzó el partido. Al descanso habían caído dos más, en sendos tiros tremendos de Asensio. Y el partido estaba resuelto.

Dos puntos definen una línea, fija la geometría euclidiana. Bueno, pues vistos estos dos partidos la línea es alcista, como se diría en Bolsa. España volvió a jugar bien, con menos preciosismo que antes, pero con más remate, y dentro de ello, con excelente puntería. Frente a Wembley, hubo tres cambios, Asensio, Ceballos y Gayá por Iago Aspas, Thiago y Marcos Alonso. Nada que objetar. Los tres funcionaron. Y buena cosa que Luis Enrique no diera un vuelco a la alineación. Ventaja de que esto sea competición oficial, no dos amistosos enlazados, que hubieran provocado la tentación de utilizar a todos. De esta forma, hemos visto el equipo. Y nos gusta.

Luis Enrique merece un aplauso, en muy pocos días ha armado un equipo nuevo. Distinto, eficaz, suelto en su juego y rematador. Siguen contando jugadores que ya estaban, pero emergen varios que no estaban o estaban a medias, y que de golpe han cogido peso. Saúl, sobre todos, también Rodrigo, Asensio, Ceballos... Victoria en Wembley y goleada a Croacia, dos semifinalistas del Mundial. La mufa que nos invadió tras ‘lo de Rusia’, desde el truculento relevo de seleccionador en las vísperas hasta el insufrible partido del Luzhniki, ya es historia. Este equipo funciona, gana y nos representa. Lo que la afición le pide a la Selección. Elche puede dar fe de ello.