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Florentino, ráscate el bolsillo

Si el Real Madrid necesitaba una radiografía fidedigna de su estado la encontró en la Supercopa europea. La atractiva propuesta de Julen Lopetegui tuvo su reflejo durante muchísimos minutos, el equipo tuvo fútbol, supo sobreponerse al mazazo del primer minuto, jugó muy bien por momentos y le dio la vuelta al marcador con un Bale tremendo, un Karim goleador y un Asensio especial. No se echó de menos a Cristiano, si ésa era la duda. Sin embargo, le lastraron errores defensivos incomprensibles, especialmente de Ramos, Varane y, sobre todo, de Marcelo, que dio lugar al empate a dos. Hasta Keylor falló en el primero. Está claro que el equipo necesita otro central, incluso que pueda jugar de lateral izquierdo, para apretar en esas demarcaciones a los que se puedan acomodar. Si la necesidad defensiva fue evidente, el agujero tras la lesión de Casemiro fue cristalino. Por algo había pedido Julen un recambio urgente y la necesidad de cubrir la salida de Kovacic. Al Madrid se le fue el ancla y se hundió el barco en el primer partido oficial. Ceballos no puede hacer esa labor de equilibrio.

El Atlético de Simeone ganó porque tiene un equipo más hecho durante más de un lustro, es un experto es aprovechar los errores ajenos y porque esta temporada tiene una gran profundidad de banquillo, que le ha dado el primer título y le convierte en aspirante a todo. Julen es un entrenador extraordinario, pero sin plan B en todos los puestos, es muy difícil. Se le han visto las costuras en el primer partido. Hacen falta un central, un Kovacic y un ‘nueve’.