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Messi, el cielo protector

El cielo protector. Fue un partido para guardar como metáfora de la apuesta de un entrenador notable, Ernesto Valverde, enfrentado a una temporada que le ha hecho algunos regalos envenenados. ¿Qué hacer ahora con tanto banquillo? Demostró el técnico qué hacer con cada uno de sus tesoros y, sobre todo, resolvió el dilema Dembélé. Lo puso desde el principio, le dio esa confianza como un privilegio, y el joven francés aceptó el crédito con unas prestaciones extraordinarias. Culminó el juego con un gol que hubieran firmado, a la vez, Iniesta y Messi, se lo brindó a su compañero Umtiti, que quedó inédito en el partido, y seguro que en el fondo de su alma se lo agradeció a la vez a Messi y a Valverde, que ahora parece que ya ofician de sus padrinos. Son, por decirlo con el más famoso título de Paul Bowles, “el cielo protector” del más discutido y joven delantero azulgrana.

Piqué for president. En su carrera hacia la presidencia del club, puesto que parece que le está reservado por la historia, Gerard Piqué marcó un gol cuando el Barça no la tenía todas consigo. A partir de ahí se desdibujó en el campo, porque el Sevilla tampoco lo urgió demasiado. Pero cumplió sus tareas con la suficiencia y eficacia. Ahora actúa como tercer capitán del equipo que aspira a presidir algún día. Mirándolo desde la grada estaba un antiguo cómplice, Luis Enrique, el entrenador que ahora selecciona a los jugadores españoles. Ver ahí a Luis Enrique, ante su antiguo equipo, tiene también su metáfora: fue el asturiano el que inició el final del tiqui-taca y le dio entrada a los experimentos que Valverde está atornillando con suavidad.

El capitán Messi. El partido tuvo varios estrenos, aparte del estreno de los fichajes. El estreno de Messi como capitán del Barça es un ascenso simbólico en la historia del más importante jugador de la historia azulgrana, que sucede en ese cetro simbólico a un futbolista excepcional, Andrés Iniesta. La generación que protagonizó algunos de los años más extraordinarios del juego barcelonista tuvo a Messi como hermano menor. Y ahora este futbolista que se hizo, en medio de dificultades enormes, adolescente, joven y mayor ya es un adulto con los galones de la veteranía. Se estrenó, por cierto, explicando a sus compañeros, también a sus adversarios, una lección mayor de este deporte que tantas veces se desparrama en egos y autofagias. El fútbol es asociación y genio, pero no hay genio si no hay asociación. Algunos de los mejores momentos tuvieron esa dimensión asociativa y genial que se aprende solo mirando a los demás moverse para buscarlos hasta con los ojos cerrados. Debió llegar ese carácter protector de Messi, incluso a Ter Stegen, que inauguró la temporada convirtiendo la esperanza del Sevilla en un suspiro de Semana Santa. Ben Yedder salió como la esperanza blanca y el portero alemán del Barça le puso el color de su camiseta.