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Tercer tiempo

De Shakespeare

Lo que empieza a ocurrir con la portería del Real Madrid, sometida ahora a la doble pertenencia, parece el principio de un drama (¿una tragedia?) escrito por William Shakespeare y protagonizada por dos guardametas de calidad excepcional, Keylor Navas y Thibaut Courtois, ambos protagonistas de un drama más amable, sus excelentes actuaciones en el reciente Mundial de fútbol. El gusto del presidente blanco por hacer de la portería un pulso (De Gea, Kepa, ahora Courtois) con Navas, el portero que se persigna, ha desembocado en la frase más literaria que se haya producido en este tipo de toma y daca.

“Ganas de irme...”

Armado de la fe cristiana que profesa, el costarricense ya pasó por circunstancias así, aunque al final fueron abortadas o por el buen sentido o porque a Zidane no le gustó la jugada. Se salvó y se quedó en la portería gracias a un fax que llegó tarde entre Manchester y Madrid. Luego al exentrenador del Real Madrid, padre de un portero, no le dio la gana que Florentino Pérez comprara un portero, Kepa, del Athletic, en plenas Liga y Champions. De nuevo Keylor debió dar gracias al cielo. Ahora ya Dios no pudo con la voluntad del hombre de blanco. Y ahí pronunció su famosa frase: “Tengo tantas ganas de irme…”.

“...como de morirme”

Puede interpretarse que con la segunda parte de su frase entera (“Tengo tantas de irme como de morirme”), el noble Keylor estaría declarando su firme amor a la vida, baluarte de la fe cristiana. Pero también se puede deducir de su tremenda imprecación la incertidumbre que ahora está hurgando en su cuerpo y en su alma. El desafío que se le viene encima es formidable, como para morirse del susto o como para irse hacia otros campos y hacia otras metas que guardar. Courtois es un portero formidable que, además, ha dejado claras sus intenciones naturales: quedarse con el puesto.

Competir, la cuestión

Shakespeare lo dejó para la historia: ser o no ser, esa es la cuestión. ¿Cómo se gestiona la esencia del fútbol, que para los profesionales y hasta para los infantiles es, en el caso de los porteros, estar bajo el larguero cada jornada? Un portero suplente es el más improbable de los sustitutos en un partido de competición. Los grandes equipos, que disputan varias competiciones, disponen de oportunidades para los suplentes. Pero no dejan de ser suplencias. Por mucho amor cristiano que desprendan las convicciones de Keylor, cuesta imaginarlo resignado. Y ya ha dicho Courtois que su destino no es la resignación.

Adiós de Piqué

Duró mucho Piqué en la Selección. Algunos se hubieran ido al primer silbido, él aguantó y se ha ido cuando viene a dirigir el equipo uno de los suyos. Ahora que ya el graderío no tiene a quién pitar (sí tendrá, claro, pero uno se hace ilusiones) sería bueno que los de esa grada levantisca reflexionen sobre el espectáculo que dio a lo largo del último ciclo de la Selección, pitando a este futbolista que no dejó de cumplir sus obligaciones con el fútbol nacional. Se va en horas bajas, tiene parte de responsabilidad en el bajón, pero no se le puede culpar a él solo. Que se vaya es lógico, que se le agradezca su trabajo es obligatorio.

El pulso de Cristiano

Se ve a Cristiano y a Dybala ensayando un pulso que se dice que advierte a Messi de grandes fiascos futuros. Lo que sí es cierto es que el portugués no querrá que su relativo alejamiento de la competición española (Cristiano siempre estará, como una sombra, estimulante o irritante, en la historia de la última década madridista) ser un sedante para la cabeza del argentino, que a lo largo de estos años le hizo la vida imposible (y viceversa). Ha sido una competición interesante y audaz, un tema de película, y una lección de fútbol. El pulso continúa, y esto es bueno para el juego.