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Un Mundial de poderío físico y contundencia

Antes que nada quería felicitar a la organización de Rusia 2018 por el gran Mundial celebrado, que debe ser un ejemplo para el futuro para que se pueda hacer un evento seguro, donde los protagonistas sólo son el respeto, la convivencia y el balón. Un Mundial que pasará sin pena ni gloria en el devenir de nuestra Selección, donde sólo destacaron los momentos de Aspas y el liderazgo de Isco, el mejor de los nuestros, cayendo prematuramente ante una Rusia inferior, que corroboró los presagios de los partidos de liguilla, con un fútbol previsible y exento de recursos para doblegar a murallas humanas.

Del fútbol como de los langostinos de Bajo de Guía, me gusta todo, hasta la cabeza, por eso me niego a pensar que sólo podemos hacerlo de una manera. Sin perder la esencia del talento, tenemos que encontrar alternativas para hacer daño a nuestros rivales con otras armas. No es excusa ni justificación, pero poco ayudó el tsunami Lopetegui en los días previos. Fue una pena la mala gestión general de los hechos. Sentí con esas decisiones que La Roja no fue la prioridad y eché en falta que nuestra Selección fuese la protagonista, haciendo una sentada de las tres partes, dejando de lado los egos, en la que se diseñara una hoja de ruta para que todos coincidiesen en que lo más importante era nuestra Selección, yendo todos a una en ese mes y después cada mochuelo a su nido. Estos detalles dificultan mucho a la hora de hacer cantera de La Roja.

Futbolísticamente la final fue un ejemplo de lo que pudimos apreciar en este Mundial. Una Francia fajadora, fiable y venenosa arriba, donde la prioridad era agazaparse y aprovechar espacios o balones parados para sus picaduras. Una selección que encuentra su zona de confort sin la pelota (en cuatro de los siete partidos tuvo menos posesión), donde el poderío físico de sus jugadores (gran Pogba y Kanté) mezclan perfectamente con un maduro Griezmann, que ha dado un curso a la hora de manejar los tiempos y velocidades de un partido, acompañado de un Mbappé que está en formación, pero que tiene unas condiciones para marcar una época. Tiene 19 años y cosas por mejorar, por ejemplo no conformarse con tres destellos y tener mayor continuidad en el juego. Mbappé me parece un futbolista algo desaprovechado en banda derecha. Francia ganó el Mundial con un nueve que no marca goles, como hizo en el 98 con Guivarc’h. Necesitó más a un nueve fontanero como Giroud para desatascar que a un nueve goleador y el delantero del Chelsea se fue de Rusia con 0 goles.

La clara prueba de lo que me quedará en el recuerdo de este Mundial, aparte del poderío físico y la contundencia de la campeona, eran mis dudas a la hora de hacer el once ideal (algo cambié respecto al que di en Mediaset), ya que de principio me venían más a la mente los Courtois y mi admirado Pickford en la portería, junto con los Yerry Mina, Godín, Umtiti, Varane, Lovren y el croata Vida, en una clara demostración de que destacaron más los palmeros que los artistas.

En el fútbol del siglo XXI, sin la guardia pretoriana poco pueden hacer los generales. Fue un Mundial en el que los Cristiano, Messi, Neymar y Kane no marcaron a partir de octavos. Fue un Mundial en el que la meritocracia se la llevan los que defienden.

Acabó el Mundial del estreno del VAR, que pese a estar a media cocción, el resultado final es que imparte más justicia. Acabó un Mundial marcado por los trenecitos en las jugadas a balón parado, un medio para salvarse en los partidos atascados.

Grandísima la labor de Roberto Martínez quien, buscando atajos y movimientos según defectos del rival, llevó a su Bélgica a la mejor clasificación de su historia siendo la selección belga el arco iris del Mundial, la selección más vistosa. Así que, a las órdenes de Roberto Martínez, les dejo este once, mi equipo ideal de Rusia 2018: Courtois, Trippier, Varane, Maguire, Lucas; Modric, Kanté, Rakitic; Mbappé, Griezmann y Hazard.