Modric, el Balón de Oro Mundial
Los madridistas vimos la final de Moscú, en una gran mayoría, con el corazón entregado a los guerreros croatas. Varane es nuestro y desde aquí le felicito sinceramente por su título mundial, pero el efecto Modric puede con todo. Luka es un orgullo para el madridismo y para los que aman el fútbol, por encima de colores y camisetas. Su Mundial ha sido espectacular. Mando, liderazgo, fluidez en el juego, inteligencia táctica y un despliegue físico, sobre todo en las tres prórrogas que jugó Croacia, que lo han hecho acreedor a este Balón de Oro del Mundial de Rusia. Un trofeo que podría ser el aperitivo del otro Golden Ball...
De Modric me gustó mucho también su jerarquía. Tras sonar el himno nacional de Croacia, vimos que fue el primero en arengar a todos sus compañeros. Y en el descanso se dirigió enérgico a un linier recriminándole por la acción del 1-0 de Francia y por el penalti señalado a Perisic tras la intervención del VAR. Modric, a sus 32 años, ha sido el eje sobre el que ha girado una Croacia heroica que se ha ganado el corazón del mundo entero del fútbol. Un país de poco más de cuatro millones de habitantes (menos de los censados en Madrid), que ha sabido tirar de orgullo y buen fútbol para alcanzar un sueño. Han jugado más minutos que nadie (90 minutos en tres prórrogas), con 115 kilómetros corridos más que los franceses. Lo refleja bien mi amigo croata Charli Perisa: “Croacia jamás se rinde”. Sois muy grandes.