El compromiso social de Tabárez y la superstición de los jugadores franceses
Compromiso. Los años arrugan la piel pero acumulan sabiduría. Bien lo sabe Óscar Tabárez, el seleccionador más mayor de este Mundial (71 años). Además de ser una leyenda de los banquillos en su país (llevó a la Celeste a la semifinal del Mundial 2010 y a conquistar la Copa América 2011), el técnico es un referente para toda la sociedad uruguaya. "De nada sirve ganar el Mundial si nuestros jóvenes no saben dónde está Rusia. Debemos cumplir lo prometido y llegar al 6% del PIB para la Educación Pública", dijo tras la eliminación de Uruguay. Su frase demuestra que se puede ser un campeón sin ganar siempre.
Amistad. Bélgica lleva 14 goles en este Mundial, más que cualquier otra selección. A pesar de haberse quedado fuera de la final, algunos belgas todavía tienen una motivación extra para el tercer y cuarto puesto. Resulta que la marca tecnológica Krëfel ofreció devolver el dinero a las personas que compraron un televisor para el Mundial si Bélgica anotaba más de 15 goles. "Tengo unos amigos que compraron el televisor y quiero regalárselo", dijo Mertens la semana pasada. Le queda una última oportunidad.
Mala suerte. Iván Perisic evitó que el apostante escocés Marc Morrison ganara 170.000 euros habiendo jugado sólo uno en los partidos de cuartos de final. Morrison apostó por quiénes y cómo marcarían al menos un gol en cada partido de cuartos. Acertó que Griezmann y De Bruyne lo harían desde fuera del área y que Maguire anotaría de cabeza. Le falló el croata, por el que apostó que marcaría a Rusia desde fuera del área.
Amuletos. El francés Laurent Blanc tomó la costumbre de besar en la calva al portero Fabien Barthez antes de cada partido en Francia 98. Aquel gesto se consideró un amuleto y los Bleus acabaron ganando el Mundial. Para los superticiosos, aquellos besos tuvieron el mismo peso que los goles de Zidane en la conquista francesa de la Copa del Mundo. En esta edición, los jugadores franceses han encontrado otro amuleto en el bigote daliniano de Rami. Antes de cada partido, los futbolistas le tocan el bigote al central en el túnel de vestuario. De momento les ha dado suerte.