Hombre de poca fe, lo admito

Lo habitual cuando tu selección llega a la final del Mundial es decir cosas como “siempre he creído en mi equipo”. Pues voy a ser honesto: lo que le está pasando a los bleus no lo había imaginado antes del debut en la competición y menos todavía después de la fase de grupos, a pesar de haber terminado primeros. No me gustaba nada el fútbol de mi selección y pensaba que íbamos a caer pronto. Soy un hombre de poca fe, lo admito. Poca fe en este entrenador llamado Didier Deschamps. Pero me he equivocado. Y mucho.

Porque olvidé que el seleccionador galo había sido, como jugador, hace justo veinte años, el primer francés en levantar una Copa del Mundo. Y que sigue siendo todo un ganador. Cierto es que Francia no está enseñando un juego muy bonito, pero sabe perfectamente hacia dónde va y cómo ir. Es decir, hacia la segunda estrella en el pecho.