En este Mundial hay dos Españas. Una que ataca como casi siempre, con su estilo reconocible, más por la izquierda que por la derecha, eso sí, pero es la España del tiqui taca, ante Marruecos liderada por Isco e Iniesta.Y hay otra España que defiende fatal, a la que llegan con una facilidad pasmosa. No es un problema de los defensas porque en el sistema defensivo participa todo el equipo al margen de las demarcaciones. No es un problema de los defensas, aunque ha dejado dudas el estado de forma de Sergio Ramos, que ya dio síntomas ante Irán de no encimar como debe hacerlo cualquier central y más uno de su enorme jerarquía. Ante Marruecos se vieron dos equipos distintos, uno muy bueno al ataque y otro muy vulnerable en defensa. España con el balón es un equipo fiable y sin el balón, un equipo sin empaque.
Hierro tardó en hacer los cambios. Sacó a Aspas por Costa y a Asensio por Thiago, que no estuvo al nivel de Koke en los dos primeros partidos y no se entiende por qué el medio madrileño no disfrutó este lunes de ni un minuto cuando es el mejor socio de Busquets. Y no se entiende que Saúl todavía no haya debutado en el Mundial cuando sus condiciones eran necesarias en cualquiera de los tres partidos disputados. Buscando al menos el empate a la desesperada, el seleccionador acumuló delanteros y metió a Rodrigo por Silva. Pero en esos minutos la España atacante se equiparó a la mala España defensiva. Aun así llegó el empate de Aspas, VAR mediante, que parecía que maquillaba el resultado. Y el empate de Irán de penalti acto seguido en Saransk nos colocó primeros por delante de Portugal. Ahí, en esos minutos cruzados, empezamos a tener la suerte del campeón.El Mundial empieza ahora en el mata-mata. Nos espera Rusia,la anfitriona, que ha terminado segunda en su grupo. ¡Sí, se puede! Pero debemos mejorar. Bastante.
