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Diez buenos minutos y un gol de rebote

Esta vez ganamos, pero las sensaciones no fueron tan buenas como en el empate ante Portugal. Irán nos dominó sicológicamente en el primer tiempo, con su fútbol cerrado, barullón y preñado de faltas, lo que hemos dado en llamar ‘el otro fútbol’. No era sorpresa, se sabía que ese era el equipo que había fabricado Queiroz, a falta de jugadores, para hacer algo mejor. Pero lo que me chocó fue la falta de serenidad del equipo en la primera parte, agravada por la falta de dominio de la situación del uruguayo Cunha (quizá abatido porque fue la primera víctima del VAR, con el penalti del Francia-Australia), al que torearon los iraníes, con sus fingimientos y sus protestas.

Por fortuna, el equipo volvió de otra forma del descanso, durante el que sin duda reflexionaron sobre lo que estaba pasando, y salieron a jugar con la mente libre, y se pusieron a jugar realmente bien... durante un rato. Hubo llegadas por los lados, ocasiones y por fin el gol, un buen pase interior de Iniesta a Diego Costa, que recogió bien y tuvo la suerte de que cuando el lateral Rezaeian le mandó el balón a la rodilla, de ahí salió expedido junto al palo de Beiranvand. Lo principal estaba hecho, se abría el cielo. Pero lo que vino después fue todavía decepcionante, porque cuando Irán, a la fuerza ahorcan, se empezó a mover, no dimos la medida.

Ni mantuvimos el balón ni tuvimos seguridad atrás. Irán nos hizo ocasiones. Una fue gol, pero el linier marcó fuera de juego, ratificado luego por el VAR, tras una espera que nos tuvo petrificados hasta que llegó el veredicto favorable. Salvamos la victoria, tenemos cuatro puntos y somos líderes por una tarjeta amarilla más que tiene Portugal (último criterio, ante el empate en todo lo demás) pero lo pasamos peor de lo que pensábamos. No hasta marcar el gol, que ya lo sabíamos, sino después, cuando no manejamos el juego y volvimos a ver a De Gea a merced de las olas en los momentos críticos. Pero esto es un Mundial, y como dijo al final Hierro, ¿quién no sufre aquí?