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Rafa Nadal volvió a demostrar que no tiene rival en la Phillippe Chatrier. Nadie salvo él es capaz de restar con garantías cinco metros detrás de la línea de fondo, ni de encontrar un passing imposible desde la esquina, o llegar a taparse el revés una y otra vez. A sus rivales se les apaga la luz cada vez que buscan un golpe ganador para cerrar un punto. Nadal llega a todo, devuelve todo. Con más efecto, más potencia, más ángulo, más precisión... El prometedor Dominic Thiem no pasó de ser su enésimo sparring en París.

Bombardeado en su revés a una mano, el austriaco sufrió un calvario por el que ya pasaron muchos otros. Incluido el mismísimo Roger Federer. Nadal encontró su drive y acabó espatarrando a Thiem, que al final del choque estaba para que lo recogieran con pala... Ni siquiera los calambres sufridos en la mano en el tercer set lograron desestabilizar al mallorquín. "Nadal puede ganar Roland Garros hasta los 40 años", ya lo dijo Nico Almagro, que lleva sufriendo las embestidas de Rafa desde la preadolescencia.

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Su actitud en la pista define a la perfección al gran Nadal. No entiende de excusas, ni del miedo a la derrota o a la presión, a la soledad del tenista, que acabó sepultando a gigantes como Björn Borg. Nunca vi un competidor así... Al cómico norteamericano Mitch Hedberg se le atribuye la frase: "lo deprimente del tenis es que no importa lo bueno que seas, nunca serás tan bueno como un muro". No es del todo verdad. Existe un muro infranqueable en París llamado Rafael Nadal Parera, que ya suma 11 títulos y un récord de 86-2 en el torneo más duro del mundo. Nadal es infinito.