España mostró más juego que remate
Más juego que gol. Eso podría resumir el partido de España, que va a volar a Rusia con este empate ante Suiza, que tiene paliativos, pero que no sienta bien. El primer paliativo son las ausencias. La última, inesperada, fue la de Sergio Busquets, que viene a ser el campo gravitatorio en torno al cual se mueve todo. Está siempre donde cualquier compañero le busca, él acude en auxilio del apurado. Otra fue Isco, uno de los exquisitos del tiqui-taca. Otra, Sergio Ramos, que toca el tambor en las fases difíciles de los partidos, enardeciendo a los compañeros. De Carvajal no diré nada, porque Odriozola estuvo formidable en su posición.
Lopetegui salió con Diego Costa arriba y con Iago Aspas a la derecha, un lugar donde el celtista no se mueve bien. Apetece más verle por la izquierda, de segunda punta o arriba del todo, pero le tocó eso y no le salió bien. Lo mejor pasaba por el otro lado, donde Iniesta, Silva y Jordi Alba desplegaban muy buenas combinaciones. Diego Costa se partía la cara dentro del área, entrando poco en juego, luciendo en alguna dejada peligrosa, pero sin remate. El gol vino por donde menos se esperaba, el del aún novel Odriozola, que apareció por la derecha con insistencia, rapidez y calidad, y tuvo el premio de cazar un remate soberbio.
Con los cambios, el equipo se fue haciendo otro durante la segunda mitad. Acabó con Lucas Vázquez y Asensio en las alas y Rodrigo de delantero centro. Siguió el control del juego, siguió el dominio, pero tampoco llegaron las ocasiones. Para mayor desgracia, Suiza empató en un ataque aislado, con pifia de De Gea, que falló un blocaje fácil y le dejó el balón suelto a Rodríguez, ese suizo de padre gallego. Ahí se fue el partido. Ahí y en la falta de remate. A Rodrigo le paró Sommer su mejor disparo (tras maniobra exquisita de Lucas Vázquez) y en el último apretón el que rozó el gol dos veces fue Nacho, otro defensa. Sí, el problema es el remate.