Un cálculo renal hubiese dolido menos

“Si al menos le hubiese dado un cólico nefrítico”, mascullé de mala gana y peor gesto cuando el Barça se derrumbaba ante el Levante al inicio del segundo tiempo. Mis hijos ya saben cómo interpretar estas sentencias que lanzo desde la superioridad moral que dan los años y el dominio del mando a distancia desde el centro del sofá. Ellos me superan en conocimientos del fútbol actual y recitan de memoria los datos biográficos de cualquier jugador de medio pelo de la Liga finlandesa, si es que existe liga en ese país helado. Por eso recurro a mis recuerdos de adolescencia, de cuando el fútbol era fútbol y los dorsales iban del 1 al 11. Ahí soy imbatible, al igual que los viejos profesores de la Academia Militar de Zaragoza. Cuando mi padre y otros cadetes iban de sobrados con las últimas novedades tácticas y estratégicas ante sus oxidados instructores, anclados aún en las antiguas enseñanzas de Moltke, éstos acababan siempre con el mismo latiguillo: ‘Lo que queráis, pero vosotros no habéis hecho la guerra’.

Los que hicimos ‘la guerra’ entre los setenta y ochenta tenemos ya unos cuantos hechos de armas de los que echar mano ante situaciones como la vivida el domingo. Cuando el Barça no podía ganar, que era lo habitual entonces, te conformabas con que no lo hiciese el Madrid, que uno podría cambiar de equipo, pero no de adversario. Fue así como toda una generación nos hicimos hinchas de la Real Sociedad en la temporada 79-80. En la penúltima jornada, líder invicto con un solo punto de ventaja, viajó a Sevilla sin López Ufarte, su gran estrella. Le servía el empate. Cuando se anunció su baja por un cólico nefrítico nos temimos lo peor. Primera derrota y adiós a la Liga.

Si en vez de unas mínimas molestias Messi hubiese sufrido al menos el ataque sin piedad de una piedra en el riñón aún habría disculpa. Pero si no fue así, ¡a dónde carallo iba el Barça sin Messi y con Yerry Mina! ¡Qué necesidad había de renunciar al título de la imbatibilidad!, que eso sería como un nuevo triplete. Un entorchado que nadie jamás ha conquistado ni conquistará en una Liga de 20 equipos. Un trofeo imposible de arrebatar. Un lugar de culto para el museo blaugrana.

Al final puede que efectivamente esta pesadilla haya sido sólo producto de un mal cálculo rotatorio. De tratarse de un cálculo renal, como el de López Ufarte, habría sido todo menos doloroso.