Fue bonito mientras duró
Fue bonito mientras duró. Era un regalo inesperado, quizá un poco envenenado porque servía para maquillar lo que, ocurriera lo que ocurriera, está siendo una temporada decepcionante.

Fue bonito mientras duró. No nos engañemos. Era un regalo inesperado, quizá un poco envenenado porque servía para maquillar lo que, ocurriera lo que ocurriera, está siendo una temporada decepcionante. Pero era un bola extra, de esas que no se pueden rechazar, de las que tienes que meter dentro de la pista sí o sí. Porque servía para ilusionarte de nuevo. Aunque sea un momentito. También sirve. Una bola extra que si dejas escapar, se te acaba la ilusión. Y la Real no fue capaz de aprovecharla en Sevilla.
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No fue por no intentarlo. Porque la realidad es que no fue inferior al Sevilla, pero entre que no estuvo atinada en los últimos metros y que cometió un penalti evitable, la idea de Caparrós, de jugar al 1-0 y guardar la ropa, se impuso a las ganas de Imanol Alguacil de competir cada minuto como si fuera el último, en busca de una victoria que permitiera dormir a los txuri-urdin en puestos Europeos. Quien lo hace es el Sevilla, que es quien iba de mano en este partido, aunque para ser honestos con lo que ofrecieron los hispalenses en la vuelta en plan salvador de Caparrós, jugando así veo complicado que puedan concluir la temporada en esa séptima plaza que para este Sevilla es como la pedrea. Aunque ¿qué quieren que les diga? ¡bendita pedrea! Para sí la querrían muchos. La Real, sin ir más lejos.
Pero la Real, no nos engañemos, ya ha dicho agur a esa opción. Todo pasaba por el Sánchez Pizjuán. Y ahora, a cinco puntos del séptimo con seis por disputarse, suena a quimera absoluta. Que las matemáticas lo aguantan todo, pero hasta cierto punto. Se agradece el esfuerzo titánico de Alguacil por devolver a la Real a esa pelea, cuando hace un mes se veía como imposible. En Sevilla bien se podía haber sacado un empate, que hubiera sido un mal menor, y dejar todavía entreabierta esa puerta. Pero la derrota, aunque inmerecida, la cierra del todo. Así lo veo yo, al menos. Igual que veo injusto que con la temporada se ha hecho, se hubiera clasificado para Europa, aunque sea vía previas. Pero oigan, a nadie le amarga un dulce. Y Alguacil nos había puesto en la boca. Quizá era tarde, pero lo estábamos degustando. Y era muy agradable. Ha venido bien en un año de tantos sinsabores. Y ha sido bonito mientras ha durado. A pesar de que haya sido breve.



