El público responde al desafío
La pasada semana se congregaron más de 15.000 espectadores para seguir la final en Valencia de la Copa del Rey de rugby; más de 12.000 en Madrid para la Euroliga y para el derbi ACB; más de 10.000 en Bilbao para ver a Kerman Lejarraga; más de 8.000 en Barcelona para animar a Rafa Nadal en el Godó; y más de 4.000 en Huelva para arropar a Carolina Marín. Justo una semana antes, más de 9.000 presenciaron en Zaragoza la UEFA Futsal Cup, un deporte que en marzo metió una media de 10.000 en el WiZink Center en la Copa. Y dos semanas atrás, Jon Rahm reunió a más de 47.000 durante los cuatro días del Open de España. Estas cifran están lejos de los aficionados que mueven el fútbol y los circuitos de Jerez y Montmeló con los Mundiales de motos y de F1. No es mi intención compararlos, sino sumar.
Los próximos retos apuntan esta semana al balonmano, con la Copa del Rey en Madrid y el desafío de cubrir el aforo de 8.200 personas del Arena. Este deporte ya llenó en su día el Palacio con un España-Francia y Vistalegre con un Atlético-Barcelona. Hay base. En la siguiente, el rugby copará San Mamés con las finales europeas. Y por ahí anda Javier Fernández organizando para final de año 'Revolution on Ice', que ya juntó a casi 10.000 en la capital. Rugby, baloncesto, boxeo, tenis, balonmano, fútbol sala, golf, bádminton y patinaje no son deportes de masas, pero últimamente demuestran que si ofrecen un buen espectáculo, el público español es agradecido. Detrás hay una corriente de dirigentes valientes e imaginativos. Y quizá también una cultura polideportiva creciente y no excluyente. Que suma y suma.