La AFE y el espíritu de la transición

La AFE acaba de cumplir 40 años y es una institución respetable y ejemplar, de las que funcionan en esta España nuestra. La Asociación de Futbolistas Españoles se fundó cuando entró en vigor nuestra actual Constitución y en estas cuatro décadas, desde el consenso de la transición y con los distintos gobiernos democráticos, se ha consolidado como un sindicato de referencia, creciendo y funcionando dentro de la ética y la solidaridad impregnada desde su origen por sus fundadores y sus distintos presidentes. El talante y la altura de los Quino, Juanito, Esteo, Del Bosque, Asensi, Iriarte, Sánchez Barrios y González Movilla ha llegado hasta el siglo XXI y lo mantiene su nuevo presidente David Aganzo, que ha recogido el testigo de Luis Rubiales, quien, tras profesionalizar la AFE, dejó la presidencia para optar a la de la Federación. Esa AFE, que nació entre críticas de los medios de derechas que la calificaron como “sindicato de millonarios”, ha perdurado en el tiempo, demostrando que esos futbolistas millonarios han mantenido la solidaridad con los más modestos tres generaciones. El fútbol no es todo glamour y la AFE defiende los intereses de los jornaleros del balón, a quienes también cuesta llegar a fin de mes y viven día a día como el resto de trabajadores, autónomos o asalariados, españoles.

La AFE, que se ha modernizado, mantiene intacto el espíritu de la transición y la búsqueda del consenso que tan en falta se echa en estos días inciertos presididos por el cebollinaje y las peleas y acosos crueles de las redes sociales. Sólo dentro de este ambiente insano y confrontacional se puede comprender que una mente pérfida pueda diseñar el plan de crear un nuevo sindicato de futbolistas para reventar a la AFE y dividir a los futbolistas con el único fin de quedarse con el monopolio del fútbol.