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Falta un hombre de baloncesto

La ACB, una institución en permanente crisis estructural, volvió a quedarse a medias. La Asamblea escogió de director general a José Miguel Calleja, un gestor del que ya se elogia su contención en el gasto, pero desconocido en el sector y que no sabe nada de baloncesto. La Asamblea tenía en su primer punto la propuesta y aprobación del presidente. Es necesario que el hombre que manda sepa de qué se habla cuando hay, por ejemplo, un cisma arbitral. Chus Bueno, vicepresidente de la NBA en Europa, era el elegido por los grandes. Albert Soler, hombre fuerte de las secciones del Barça, es uno de sus grandes valedores. Pero de momento, por unas cosas u otras, la candidatura de Bueno está bloqueada. Hay que convencer a los modestos, que miran de perfil que su candidatura esté avalada por los grandes.

Lo de los clubes de la ACB es todo un camino de espinas. Da igual no proponer uno mejor, el asunto en ocasiones es bloquear. Bueno es un hombre de baloncesto y la ACB necesita un hombre de baloncesto. A falta de probarlo, podría ser un buen presidente de consenso. Con una relación cordial con la FEB (estuvo recientemente en la boda del presidente, Jorge Garbajosa), y con lazos obvios con FIBA, Euroliga y NBA, responde a un perfil que hace años la ACB, con Beto Agustí o Francisco Roca, no ha tenido. De momento se ha nombrado una comisión que lleve la negociación y ponga a todos de acuerdo para dar el plácet a Bueno en una próxima Asamblea. Pero los recelos ya son un mal inicio. Es muy difícil encontrarle un futuro rosa a la ACB cuando los grandes ya no creen en ella y los modestos bloquean presidentes.