No rechacemos el rechace
El Diccionario está condenado a ir con retraso, porque se dedica a reflejar lo que deciden los hablantes. Así que primero va el uso de una palabra y luego su aceptación oficial. Esta sucesión inevitable produce mucho desconcierto con los vocablos que caminan en la frontera entre lo que emerge y lo que se consolida. Así ha sucedido con “rechace”.
Este término se ha usado desde hace decenios en el lenguaje deportivo para significar generalmente que un balón era repelido por un jugador sin que pudiera controlarlo, por lo que quedaba a merced de otro de los participantes en el juego.
“Rechace” se empleó mucho aunque no figuraba en el Diccionario, y por eso los editores cuidadosos ponían en su lugar “rechazo”. Este término se había incorporado en 1970 (añadido en un apéndice) con el significado de “acción y efecto de rechazar”, acepción que también se podía aplicar al deporte. Antes de ese año, “rechazo” sólo se recogía como “vuelta o retroceso que hace un cuerpo”, y así figuraba en el Diccionario desde 1737. La sensibilidad de unos cuantos redactores y comentaristas fue extendiendo en los años noventa la opción “rechazo” para descartar “rechace”. La periodista Mònica Planas publicó en 2011 en el Mundo Deportivo un artículo donde explicaba la situación de entonces (es decir, que “rechace” se consideraba incorrecto), animaba a emplear “rechazo” y atribuía la insistencia en “rechace” a su analogía con “despeje”, razonamiento que tiene su lógica. (Y se pueden añadir “regate”, “recorte”, “saque”, “pase”…).
Pero en eso llegó la Academia y enmendó la plana a tanta gente cuidadosa y de buena voluntad. La docta casa comprobó en sus bancos de datos que “rechace” había alcanzado un uso extendido y se aplicó a bendecir el nuevo término, que añadió al Diccionario en 2014, donde la entrada “rechace” tiene esta definición: “En el fútbol y otros deportes, acción de rechazar”.
Así pues, “rechace” y “rechazo” se consideran válidos, y Cavani aprovechó el martes un “rechace” de Casemiro. Ahora bien, “rechace” se ha especializado en el terreno deportivo, mientras que “rechazo” tiene un uso más general. No diríamos “esa persona me mostró enseguida su rechace”, sino “su rechazo”.
¿Se hizo mal en condenar “rechace” en su momento? Bueno, realmente el Diccionario no lo recogía, pero el vocablo estaba bien formado, congeniaba con las reglas del idioma, disponía de casos análogos… En fin, era uno más de la familia, aunque no tuviera los papeles en regla. Merecía su DNI.