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La Davis ya no será la Davis

Los nuevos tiempos han ido erosionando la Copa Davis hasta empujarla a un cambio radical de formato. El proyecto firmado por la empresa de Gerard Piqué y la Federación Internacional de Tenis, aún pendiente de aprobación, concentrará a 18 países en una semana, con un modelo más dinámico y televisivo. Está sucediendo en otros deportes. El ciclismo celebra cada vez finales más explosivos y etapas más cortas, hasta el punto de que el Tour 2018 tendrá una jornada de gran montaña de 65 kilómetros. El COI también se ha apuntado a esta modernidad con disciplinas jóvenes: skateboard, escalada, surf, freestyle... Incluso no descarta acoger los eSports en un futuro. Ese ciclón está impulsando a la Davis hacia una nueva competición, necesaria y vistosa, pero que ya no será la Copa Davis. Será otra cosa.

Entre los tenistas que estos días están dando su opinión en As, desde Santana a Nadal, la mayoría coincide en que la reforma era inevitable. La Davis no conseguía reunir a los mejores, por diversas razones: partidos a cinco sets, pistas cambiantes, viajes demasiado largos, poco rédito en la clasificación ATP... El deterioro no ha afectado al prestigio de la Ensaladera, porque todas las estrellas la han terminado incluyendo en su palmarés: Federer, Nadal, Djokovic, Murray, Wawrinka, Del Potro... Sólo hacía falta readaptarla para congregarlos a todos. El nuevo formato lo va a lograr, pero ya sin el aliento del público local, sin milagros a domicilio, sin estrategias con las superficies, sin remontadas maratonianas... El nuevo torneo deparará más espectáculo, pero con menos épica. Disfrutaremos con nostalgia. Nada será lo mismo.