Las goteras, los cimientos y el modelo de cantera del Barcelona

El socio economista. El Barcelona tiene una masa social muy particular. Puede que no haya club en el mundo con tantos ismos, plataformas, mociones de censura, grupos de opinión y conspiraciones como la entidad culé. Una de las particularidades del club es que cada fichaje se discute por partida doble: por el precio y por la calidad. Lo segundo es opinable y se le pone un listón muy alto, pero las esperanzas siempre están ahí. Pero cuando hablamos del bolsillo... ay. Ahí arde Troya. Es una circunstancia que diferencia claramente al Madrid del Barcelona, por ejemplo (aunque en esa comparación podrían entrar también el United, el City, o el PSG). El socio sabe que su aportación al presupuesto del club es tangencial, pero aún así, escudriña cada céntimo gastado con una meticulosidad filatélica. Ejemplo práctico: Coutinho. Nadie le discute la calidad, pero parece que al socio le han sacado un riñón. En otros clubes este debate sería inane. Cuanto más caro compramos, mejores somos.

Coherencia. El problema no sería de mayor calado si esta misma directiva no hubiese alardeado hace sólo cuatro meses de que ellos eran diferentes a los clubes que denominan “no tradicionales”. Justificaron a principios de septiembre que Coutinho no llegó porque el club era de los socios y la junta no podía poner en discusión la “viabilidad económica de la entidad,”. Y el socio, tragó. Ahora se trata de justificar el famoso donde dije digo, digo Diego que se administra al soci regularmente.

Modelo. Por otra parte, se suma a este difícil equilibrio filosófico la crítica sobre el modelo de cantera, que después de haberse gastado un Perú en incorporaciones iguala al Barcelona con esos equipos que desde el relato oficial barcelonista se despreciaba por galácticos y carteristas (por lo de priorizar la cartera sobre la cantera, no se confundan). Reflejados en el espejo de la cuenta de explotación, nada diferencia al Barça de estos. Bueno, sí, una cosa, que no hay un jeque o un ruso detrás para cargárselo a sus espaldas.

Viene de lejos. Es injusto pedirle explicaciones a Valverde, porque las goteras en el modelo vienen de lejos. Valverde llegó para construir unos cimientos sobre los que levantar un proyecto que estaba tambaleándose. Y lo hizo, de entrada, con lo que tenía a mano. Es justo que ahora sienta que están en deuda con él. Pero el drama empezó antes, cuando Thiago, Bartra o Grimaldo, entre otros, vieron que en su casa no había futuro.