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Tercer tiempo

“Este sí es mi Betis”

A principios de los 90, en medio del esplendor de la Expo, Sevilla dio otra sorpresa al mundo, el rockero Silvio, estrafalario poeta que hizo de sus ocurrencias música inolvidable. Como su himno al Betis, que debería ser oficial. “No busques más que no hay,/ cuando el Rey Don San Fernando,/ conquistó a Sevilla,/ él se preguntó:/ ¿Dónde está mi Betis, Betis”. Óiganlo. Y acaba así: “Cuando yo encontré en tus ojos,/ ilusión y esperanza,/ yo me dije sí,/ este sí es mi Betis,/ Betis, Betis, Betis, Betis, Betis…” Lo que parecen faltas de concordancia son el estilo Silvio. No se me fue de la cabeza mientras vi el Sevilla-Betis.

La marcha verde

No se me fue de la cabeza ese himno de Silvio desde que Fabián marcó el primer bético. Ni el rock bétiico ni ‘La marcha verde’, del poeta Antonio Hernández, presidente de honor del lirismo bético. Fue una lección de fútbol, en lo que éste tiene de lucha por lo imposible. El Sevilla contuvo la respiración, pero el Betis fue mucho Betis. Fue el Betis antiguo y canalla, en el sentido de listo, equipo de barrio y de señorío. El Betis al que le cantaba Silvio, al que Hernández le dedica su poesía. El entrenador italiano, Montella, nuevo en esta plaza, ya sabe lo que vale un peine bético.

El estreno de Jémez

La Unión Deportiva es mi equipo de Primera; por el que tengo devoción fraternal. Otras devociones son adquiridas; la UD va conmigo desde niño. Por eso me duele tanto su situación, sus manos agarradas e impotentes a lo más caliente de LaLiga. No hay confort para los amarillos en esta campaña. Y ni Jémez ha podido sostenerle la respiración en su estreno. Un empate, luego la posibilidad de vencer al Éibar y, después, la cruda realidad: las lesiones, la fatalidad, y, por qué no decirlo, la falta de calidad, que es por donde se van todas las esperanzas. Le falta un Silvio que le cante.

Ímpetu sobrevenido

Habría que ponerlo en mayúsculas: GRAN JUGADOR DIEGO COSTA. Que él lo lea en letras grandes y que se tranquilice. No tiene que demostrarlo más: es suficiente con su calidad y con su ímpetu. Ya los aficionados lo han entendido. Está en el Aleti por amor. Su asalto a la grada era como una declaración superflua de amor a los colores. Su gol fue espléndido, un gol-Costa. Y su actuación, sobresaliente. Saltar al graderío le cuesta ahora el suspenso. Sin necesidad ninguna, como se dice en Canarias. Y su equipo diezmado. El amor tiene límites en el fútbol: la valla que separa a los jugadores del graderío.

Los ninhos del Barça

El gracioso de turno escribió el sábado en Twitter: “Al Barça le toca la Lotería del Ninho”. Porque ha tenido ya, por ejemplo, a Ronaldinho. Y tiene a Paulinho. Y ahora tiene a Coutinho. “La lotería del Ninho”. El fútbol es de comprar y vender. Se acabó la adoración a la cantera; ahora los niños del fútbol se buscan en Brasil. Las canteras están ya para recriar a esas figuras. Miren lo que está pasando con otras canteras igual de poderosas: se prefiere al extranjero. Así es. El romanticismo ya es sólo una figura literaria. Al Barça le ha tocado la Lotería del Niño, pero ha tenido que pagar por ella un montón.

No necesita portero

Es difícil encontrar alguien más sincero en el fútbol que Zidane. Harto de que le hagan la pregunta Kepa, el ilustre madridista dijo: “No necesito portero”. Una declaración de principios, como un lema para que lo escucharan Keylor y Casilla, o para que lo escuchara Florentino, que no es portero pero se ve que entiende. Se lo han puesto tan cerca de sus narices (existe la certeza de que Kepa ya pasó reconocimiento médico en Madrid) que ha terminado diciendo eso ZZ. Le faltó completar la frase: “Que no necesito portero, carajo”. Dicho esto, añado: tendrá nuevo portero y será Kepa.

La frase

“¿Dónde está mi Betis, Betis?”

Silvio, rockero sevillano