Los calambres de Garbiñe Muguruza
La temporada oficial de tenis ha arrancado con el nuevo año. La WTA empezó en tres frentes, y en cada uno de ellos había una tenista con opciones de salir como número uno el próximo lunes. Simona Halep, que lidera el ranking, resolvió fácil su primer partido en Shenzhen ante la 110ª del mundo: Nicole Gibbs (6-4 y 6-1). Caroline Wozniacki, número tres, hizo lo propio en Auckland ante la 84ª: Madison Brengle (6-3 y 6-0). Y Garbiñe Muguruza, la número dos, se enredó en su debut en Brisbane ante la 53ª, Aleksandra Krunic, y tuvo que abandonar con calambres y ampollas cuando ganaba 7-5, 6-7 y 2-1, tras casi dos horas y media de juego. La hispano-venezolana ha pagado la inactividad desde finales de octubre, aunque en realidad es el mismo periodo de parón que llevaban sus rivales por la corona mundial.
¿Garbiñe tuvo un simple mal día o no llegó con la preparación adecuada? Eso es algo que deberá analizar su cuerpo técnico. Muguruza posee un talento enorme, ya ha sido número uno y ha ganado dos títulos de Grand Slam. En los últimos dos meses hemos sabido de ella por las redes sociales, que tanto frecuenta. Esa cercanía con los aficionados es buena. Sin embargo, también tiene asignaturas pendientes como la regularidad, que ya empezó a aprobar en 2017, y la condición física, con lesiones que la han frenado más veces de las aconsejables. El tenis es un deporte exigente. En la ATP están los ejemplos de Djokovic, Murray y Wawrinka, que no levantan cabeza, y Federer y Nadal, que ya racionalizan sus calendarios. Garbiñe luce sólo 24 años. Está a tiempo de corregir esas lagunas. Apostamos por ello.