La vela evitó el naufragio

Cuando se avecinan unos Juegos y hacemos las quinielas de medallas, siempre contamos “un par de ellas” para la vela. Y no suele fallar. La vela es el deporte olímpico español más laureado, tanto en cantidad (19 podios, por 16 del emergente piragüismo) como en calidad (13 oros, por cinco del ciclismo y del piragüismo). Eso conlleva una responsabilidad histórica que su presidenta federativa, Julia Casanueva, no rehúye. De hecho, es una pregunta que recibe habitualmente: “¿Cuántas medallas vais a lograr en los próximos Juegos?”. Casanueva y su equipo de la RFEV manejan varias bazas firmes para Tokio 2020: cuatro no es una cifra desatinada. La apuesta es valiente, sobre todo porque heredó un periodo de aguas turbulentas, que culminó con la vela fuera del medallero de Río 2016.

Julia Casanueva desembarcó al frente de la RFEV a través de una moción de censura a José Ángel Rodríguez en octubre de 2015. Se encontró un agujero de 1,1 millones, una deuda inmediata de 200.000 que se debía a familias y deportistas, todo ello con unos Juegos a diez meses vista, cuya participación llegó incluso a peligrar. Recuerda un poco al aterrizaje de Ana Urquijo en la presidencia del Athletic en 2006, cuando el equipo coqueteaba con el descenso. “Si no hay más mujeres en puestos de dirección del deporte, es simplemente porque no se acercan a él”, asegura Casanueva. Ambas solucionaron la papeleta con una buena gestión. La vela ya ha depurado sus cuentas deficitarias. Y ahora navega a ritmo competitivo para recuperar su sitio natural en los podios de los Juegos Olímpicos.