Moscú ya empieza a vivir su Mundial
Moscú ya bulle con el Mundial. El sorteo es mañana, y ayer fueron cayendo ya todos los personajes que en el mundo del fútbol son. Esta vez celebro que entre los astros del balón que sacarán las bolas hay un español, Puyol, el infatigable héroe de la defensa que ganó con España Mundial y Eurocopa, y con el Barça tantas cosas que no cabrían aquí. Me gusta que la ceremonia dé rango a un fútbol, el nuestro, que va corto de este tipo de honores. Y me gusta en quién ha recaído, porque ha sido un futbolista ejemplar, que se retiró sólo cuando literalmente no podía más, cargado de dolores. Un símbolo magnífico de un tiempo grande.
Se vienen haciendo simulacros. En el último nos saldría un grupo con Argentina, Islandia y Arabia. Tiene su aquel, porque nos encontraríamos con Messi y con la coriácea Islandia, que es dura de roer. En otro simulacro previo salieron Portugal, Túnez y Arabia. Pero todo esto son jueguitos para charlar la víspera. Lo que cuenta es que vamos en el segundo bombo, porque cuando se cerró esto éramos octavos en el ‘ránking FIFA’, pero hay que dar plaza en ese bombo a Rusia, como organizadora. Con el último resultado de la Selección, ya somos sextos. Hubiéramos entrado. Lástima que no hayan esperado un poquito más.
Finalizada la primera fase de venta de entradas (la segunda será tras el sorteo) no estamos entre los diez países que más han reservado, y sí serias favoritas como Brasil, Alemania y Argentina. ¿Falta de fe, falta de dinero, falta de previsión? Queda lejos, pero más les queda a otros. Por lo demás, hay una inquietud por la forma en que en Rusia se mira la homosexualidad, y ya corren los consejos de extremar la discreción para no verse en aprietos. Un espanto. Yo tengo gran fe en el golpe de universalidad que el fútbol produce en cada Mundial, y que también este sirva para abrir mentes en aquel país de costumbres tan distantes.