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El atletismo sin Usain Bolt

El atletismo se vistió de etiqueta el viernes en la Gala de la IAAF, que premió a los mejores del año: el saltador de altura qatarí Mutaz Essa Barshim y la combinera belga Nafissatou Thiam. El acto estuvo cargado de simbolismo, porque en el ambiente flotaba el nombre de un ausente, de un hombre que en 2017 ni siquiera figuró entre los diez nominados. Apareció en un momento en un vídeo: “El atletismo está en buenas manos”. Unas palabras que sonaron a despedida, a agradecimiento, a relevo… Nos referimos, obviamente, al más grande: Usain Bolt, un velocista mítico que ha marcado una época, que ha ganado seis veces este galardón (2008, 09, 11, 12, 13 y 16), que ha coleccionado medallas y marcas galácticas, que ha llenado los estadios con su carisma y con su sonrisa. Mónaco anunció la nueva era sin Bolt.

El atletismo comienza una búsqueda de referentes. Y no será fácil, como ya se vio en los últimos Mundiales de Londres, una competición plagada de sorpresas. Surgen firmes candidatos para tapar su vacío: Van Niekerk, Coleman, De Grasse… Y también algunas voces, como la de Raúl Chapado, presidente de la RFEA, que ven una oportunidad de crecimiento: Bolt lo fagocitaba todo, ahora se valorarán más los méritos del resto. Una teoría respetable, por supuesto. En el deporte, todos los deportistas tienen su final. Y siempre han llegado otros. Sebastian Coe, una leyenda, Premio As en el 50 Aniversario, puede dar fe de ello, ahora como responsable de la IAAF: “El mundo no se para”. Barshim reincidió en esa idea: “Que se haya ido Bolt no significa que el atletismo vaya a morir”. El atletismo vive.