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El clon tardío de Federer

Roger Federer, Rafa Nadal, Novak Djokovic y Andy Murray. Durante más de un decenio, el denominado Big Four no ha cedido ni las migajas al resto del circuito. En los últimos 12 años sólo han dejado escapar siete títulos sobre 60 posibles en la suma de los cuatro Grand Slam y el Masters (tres de Wawrinka y uno de Del Potro, Cilic, Davydenko y Dimitrov). Quería pararme en este último nombre, coronado como maestro el pasado domingo. Llevamos mucho tiempo en busca de un sucesor al frente del tenis mundial, incluso la ATP se inventó el término #Next­Gen. Pero el relevo se resiste en llegar hasta el punto de que en esta temporada dos viejos rockeros, ya treintañeros, han acaparado los cuatro grandes: Nadal y Federer. Grigor Dimitrov ha cargado con pesadumbre con la losa del heredero. Hasta ahora.

Al talentoso búlgaro se le llegó a bautizar como Baby Federer, una comparación que pesó tanto en su tenis como su relación con Maria Sharapova. En 2017, Dimitrov parece haberse centrado: ha ganado cuatro títulos, entre ellos las ATP Finals y el Masters 1.000 de Cincinnati, y en la semifinal de Australia tuvo contra las cuerdas a Nadal durante casi cinco horas. El técnico Daniel Vallverdú le ha transformado: “El tenis estaba ahí, había que encontrarlo”. La final de Londres la jugó contra David Goffin, también de 26 años y verdugo de Federer y Nadal. El Masters 1.000 anterior, en París-Bercy, lo ganó Jack Sock, de 25. Y hasta cuatro tenistas nuevos aparecen en el top-ten, entre ellos el prometedor Alexander Zverev, de 20, y el español Pablo Carreño, de 26. Algo cambia en el tenis. Con Dimitrov en primera línea.