Márquez pelea por un podio en la Historia
De salida, a Márquez le bastaba con no arriesgar. Ganando Dovizioso, podría haber bastado hasta con ser undécimo, así que lo aconsejable en su caso hubiera sido no arriesgar. Pero, ¿quién se lo hubiera aconsejado? El riesgo y el motociclismo son todo uno, como el fútbol y el gol o el baloncesto y la canasta. Márquez, un campeón superior, no sabe jugar al empate. Corrió por la punta, arriesgó la caída y resultó que el que se cayó fue justamente Dovizioso, quién sabe si alterado porque Lorenzo no admitió las órdenes de equipo. Y también se cayó, por cierto. Total, Márquez hizo podio y ganó el título con 37 puntos de ventaja.
Son veinticuatro años y seis títulos, los dos primeros en 125cc y Moto2, los cuatro siguientes en MotoGP. Eso le mete ya entre los diez más laureados de la historia y, mirando hacia atrás, resulta que lleva mejor ritmo que el mismísimo Rossi, al que le costó un año más llegar a los logros que ahora tiene el de Cervera. Tiene tiempo por delante para ir trepando por esa escalera que termina en Agostini, con sus 15 títulos, quizá inalcanzables, como los 12+1 de nuestro nunca olvidado Nieto. Pero los nueve de Rossi sí son una frontera que empieza a estar a la vista. Eso sería derrotar al más grande de este tiempo y entrar en el podio de la Historia.
Él puede, desde luego. Ayer encendió el circuito de Cheste con esa carrera vibrante, de alternativas, en la que llegó a salirse de la pista salvando la verticalidad a duras penas para reintegrarse quinto, por detrás de Dovizioso. Mientras mantenga encendido ese fuego sagrado en su interior va a seguir siendo el que tiene la moneda y el que la puede cambiar. Hoy celebra con júbilo su sexto título, el cuarto de la máxima categoría, ganado ante unos rivales de aúpa. Ya no es un recién llegado, pero mantiene esa ilusión del novillero que se le escapa por la sonrisa y a cada carrera sabe un poco más. Ese podio de la Historia está a su alcance.