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Silva, Thiago, Isco, Iniesta... ¡qué lujo!

Málaga llenó el estadio para ver a la Selección y ésta correspondió con un partidazo. Todo fue bueno, desde la intención de Lopetegui con su alineación hasta el desempeño de los jugadores. Lopetegui colocó a Busquets de pivote único y por delante de él, cuatro violines, Silva, Thiago, Iniesta e Isco. A sus lados cabalgaban Odriozola y Jordi Alba en busca de sus pases y arriba quedaba Morata, lúcido y ambicioso. Todo funcionó muy bien, con momentos que recordaron aquel España-Rusia de la Eurocopa de Austria-Suiza, el partido más brillante de la época fundacional de este equipo. Siguen tres de aquellos: Sergio Ramos, Iniesta y Silva.

Pasan los años y el estilo permanece. Aparecen nuevos jugadores para servirlo y aquí hay que detenerse en Isco, ese fenómeno. Dio otra vez un curso. Un fútbol exquisito y al tiempo cargado de sentido, como el de sus compañeros de línea. Este tiqui-taca no se quedaba en marear el balón, como a veces pasa, sino que tenía como destino abrir la grieta en la defensa rival y aprovecharla. En medio de una noche tan feliz, Odriozola dio un paso más para consolidarse como hombre de este grupo. Al que nos quedamos prácticamente sin ver fue a Kepa. Sólo una parada al final. Hubiera sido interesante verle frente al ataque de España.

En medio de tantas buenas noticias, sólo quedó una preocupación, la retirada de Isco. Posiblemente, no sea nada más que un golpe, pero la patada que le propinó Waston (un matón al que se le vio enfadado por el baile) fue para echarse a temblar. El árbitro no le echó, pero su entrenador le cambió al instante, en un gesto que alabo. También tuvo que irse Isco y entró por él Asensio, tal es el nivel de este equipo. Y de su entrega da medida la jugada del cuarto gol, cuando Silva, ya con 3-0, arrebató con furia un balón en la salida del rival, se fue con él y marcó de tiro cruzado su gol número 35 con La Roja. Todo pinta bien para el Mundial.