El Girona le pintó la cara al Madrid
El Girona vivió una tarde histórica, a la altura de los ascensos que le han llevado hasta aquí. Ganó al Madrid de cabo a rabo, con superioridad táctica y física. Se repuso a un golpe demoledor: en el 12’, Maffeo metió un centro cerrado al palo y de regreso de esa jugada el Madrid, en un contraataque rápido, alcanzó el gol. Era la primera llegada de los blancos. El Girona estaba jugando mucho mejor. Esa doble acción era de las que desaniman. Jugando mejor, llegando, dando un palo y de repente, gol en contra. Pero al Girona no le afectó lo más mínimo. Más afectó al Madrid, que estaba hasta entonces un poco relajado, y desde entonces, más.
¿Por qué el baño? El Girona juega con un sistema muy poco usual, 3-4-2-1. La misma ventaja que tienen los zurdos en tenis o boxeo: el diestro (en este caso el equipo que juega 4-4-2 o 4-3-3), casi nunca se enfrenta a un zurdo. El zurdo, en este caso el Girona, se enfrenta continuamente a diestros, o sea, al 4-4-2 o al 4-3-3 que juegan casi todos. El Madrid pareció no haberlo trabajado entre semana y si lo hizo no se notó. Además jugó con relajamiento, recostado en su gol, pensando quizá en el Tottenham. Hasta que, avanzada ya la segunda parte, le llegaron bastante seguidos los dos goles del Girona... precedidos, por cierto, de un segundo poste.
Entonces llegaron las prisas. Zidane copió el modelo del Girona, metió a Casemiro entre los centrales y sustituyó a Achraf y Marcelo (que estuvo fatal) por Lucas Vázquez y Asensio, como laterales-extremos. Tocó rebatiña y fueron todos arriba. Pero, lo mismo que antes, allí sólo funcionaba Isco, que hizo un partido soberbio. Fue el único que le mantuvo el pulso al partido. El resto del equipo flojeó. Los recién ingresados, Lucas y Asensio, hicieron muy poco. El ataque suicida del Madrid no produjo peligro, más bien estuvo cerca un tercer gol local. Premio gordo para el Girona y situación grave para el Madrid, a 8 del Barça y a 4 del Valencia.