Mientras seguía los ataques de Alberto Contador para escribir la crónica de la Vuelta a España, puse un ojo en otro televisor para ver el partido del Eurobasket contra Hungría. No era un choque de mucha transcendencia, pero los gritos de los compañeros despertaron mi interés. Cada canasta de Pau Gasol era un paso hacia un nuevo récord que, inevitablemente, ya ha caído. Gasol es el Máximo Anotador Histórico del campeonato europeo. Otro número uno. Igual que Garbiñe Muguruza, confirmada al frente del tenis mundial el día antes, y Rafael Nadal, que conserva su liderazgo tras la derrota de Roger Federer. Nadal juega este viernes semifinales en el US Open, igual que Pablo Carreño. Hay que ver qué buenos deportistas tiene España. Nos faltan horas del día y pantallas para poder disfrutar de todos.

La Selección cerró así una primera fase intachable: pleno en cinco partidos, con cuatro palizas y un sufrido triunfo ante Croacia. Ahora toca una Turquía venida a menos, pero en Estambul. Al mando sigue ese Pau que ya suma 1.111 puntos en Europa, por 1.104 de Tony Parker. El catalán ha jugado siete ediciones sobre nueve posibles, una fidelidad bastante alta para lo que es el baloncesto. Digo esto porque, en paralelo, conocimos la baja de Álex Abrines por presiones de su equipo: Oklahoma City Thunder. El básquet es últimamente especialista en pisotear sus buenas noticias. Ya le pasó algo parecido a Marc Gasol antes de los Juegos de Río. La liga americana aprieta a sus jugadores. En el fondo está la alta profesionalización y ese maremágnum de siglas y competiciones que tiran de la sábana para su lado: NBA, FIBA, Euroliga, ACB...