No saben dónde poner ese jarrón
El Real Madrid no sabe dónde poner ese jarrón. Pasa el tiempo y Gareth Bale no responde, ni siquiera su forma de correr recuerda a la de aquel galés que hizo retumbar Mestalla en una final de Copa del Rey. “Cogió el balón allí, por el centro del campo, pegado a la banda, y se dio un autopase de 30 metros. Bartra le intentó empujar, sacar fuera del campo, pero él le pasó como un Ferrari y se plantó frente a Pinto. Y marcó. ¡Qué golazo!”, contarán como se cuentan los goles de leyenda. Pero este Bale no es aquel Bale. Es peor.
Las lesiones le han hecho perder toda su fuerza (17 sufridas en el Madrid) y eso, en él, es el pelo de Sansón. El orden táctico no forma parte de sus virtudes y el tramo final de la pasada temporada dejó claro que el equipo es mejor sin Bale que con Bale. En el Real Madrid, tanto Florentino como Zidane tratan de tranquilizarle, dejarle claro que cuentan con él, pero el lenguaje del fútbol es otro. El crecimiento de Isco y la irrupción de ese Asensio a lo Gil de Biedma (“como todos los jóvenes, yo vine a llevarme la vida por delante...”) dejan a Bale en fuera de juego (sólo un gol en ocho partidos en la 2017-18). ‘The Sun’ asegura que el galés sigue siendo una obsesión para Mourinho. Es comprensible. Es una pieza lógica en su puzle, pero no en el del actual Real Madrid, donde se suele llegar al gol con otras artes