Samuel extiende la mancha
Cada vez que salta la noticia de un positivo hay una parte mala, deprimente, pero también una parte buena, esperanzadora. Nuestra primera reacción es exclamar: “¡Otra vez!”. Y acompañarlo de alguna maldición o de alguna palabra malsonante dirigida al deportista, que aquí no debemos reproducir. Pido disculpas: por la palabra en sí y por no compartirla. Eso es lo que nos ha vuelto a ocurrir este jueves cuando la UCI ha comunicado el resultado adverso de Samuel Sánchez, a dos días del comienzo de la Vuelta a España. Un positivo así hace mucho daño porque cuestiona a su deporte, a su equipo, a sus compañeros de entrenamiento en Sierra Nevada… La tendencia siempre es generalizar: “Todos van igual”. Y eso perjudica seriamente a la carrera, a los patrocinadores y al pelotón que ya está en Nîmes.
Samuel Sánchez no es un ciclista cualquiera. Tiene podios y etapas en el Tour, en la Vuelta… Y es oro olímpico, por lo que la mancha se extiende a una bandera. Hay una parte esperanzadora, les decía. El asturiano ha caído en un control dirigido de la UCI. Eso significa que había sospechas. En la víspera del Giro, Ruffoni y Pirazzi también pitaron con esa hormona del crecimiento, GHRP-2, que en tiempos cercanos era de difícil detección. Hace dos años, Giampaolo Caruso se quedó igualmente fuera de la Vuelta con EPO. La trampa existirá siempre, pero la lucha antidopaje estrecha el cerco. Samuel tiene 39 años, arrastra hábitos viejos. Eso no quiere decir que no haya jóvenes que se dopen, pero la conciencia va cambiando. Esa es la parte buena: Samuel no estará en la salida. El sistema funciona.