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Sí al tercer angoleño

Hace 25 años, la ACB tuvo un verano conflictivo. La historia es un eterno retorno. Los clubes pretendían la incorporación de un tercer extranjero. Y la Asociación de Baloncestistas se oponía con medidas que obligaron a suspender uno de los torneos preparatorios de España. La solución no llegó hasta quince días antes de los Juegos, con la mediación del CSD: habría tres extranjeros, pero sólo dos a la vez en la cancha. Hoy, en la ACB, lo difícil es encontrar tres españoles. Con ese ambiente se desembarcó en Barcelona 92, unido a bajas relevantes como la de Antonio Martín, que había conducido a la Selección al bronce en el Eurobasket, y con jugadores lesionados como Epi y Biriukov. Las consecuencias fueron rotundas: dos derrotas (Alemania y Croacia) y una victoria agónica (Brasil).

Así se llegó a la víspera del partido con Angola. Era 30 de julio. Los cálculos no salían para acceder a cuartos, se dependía de Alemania y Brasil. Pero había opciones. Se contaba, eso sí, con el triunfo seguro frente a los africanos. La atmósfera era tensa. Biriukov declaró en la previa: “Por el trato de los árbitros y de la prensa, se diría que somos un equipo extranjero”. La hecatombe se consumó al día siguiente con la derrota más vergonzante del baloncesto español. El Angolazo: 63-83. Ambas selecciones volvieron a medirse por la novena plaza. Entonces sí hubo victoria (78-75) en un partido bronco, pero no sirvió para cerrar las heridas. En las gradas, la afición desplegó una pancarta guasona: ‘Sí al tercer angoleño’. España tocó fondo. Después de aquello sólo se podía crecer.