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El reto de Froome es la Vuelta

Las cuatro victorias de Chris Froome le sitúan entre los más grandes de la historia del Tour de Francia. Ha desempatado con Thijs, Bobet y LeMond, y se encuentra a una de Anquetil, Merckx, Hinault e Indurain. Escribo ‘entre los más grandes del Tour’ y no ‘entre los más grandes del ciclismo’, porque, aunque casi siempre coincidan, en este caso no es así. Si hurgan en el palmarés de los cuatro pentacampeones, comprobarán que además de sus triunfos en la mejor carrera del mundo, también tienen sus nombres inscritos en otras grandes rondas, e incluso en clásicas de prestigio. Froome lo sabe y acepta el desafío. Por eso tiene entre ceja y ceja convertirse en el primer ciclista que conquista el mismo año el Tour y la Vuelta, desde que se disputan por ese orden. Ahí está su próximo reto, antes del quinto Tour.

Froome ama la Vuelta a España. Siempre lo ha dicho. Aquí se descubrió como ciclista de grandes rondas en 2011, cuando se clasificó segundo detrás de Juanjo Cobo. Aquello le presentó en sociedad y le abrió los ojos hacia un nuevo horizonte. Luego regresó cuatro veces, con otros dos segundos puestos, un cuarto y un abandono. En las dos últimas ediciones vino con el Tour en la buchaca, pero se le resistió el doblete: una caída en la etapa reina de Andorra, en 2015, y el ataque de Alberto Contador y Nairo Quintana en Formigal, en 2016, frenaron su objetivo. Froome volverá este año a la carga, pero con una preparación diferente. Ha bajado la intensidad en la primera parte de la campaña, porque quiere llegar más fresco a la Vuelta. De hecho, su victoria en el Tour ha sido la primera del año. Y no parece que vaya a ser la última.