Alves, Douglas, Aleix, Sergi, Semedo...

Se diría que el lateral derecho es un puesto fácil de cubrir. No se requieren cosas extraordinarias. No hay que ser alto, no hay que ser zurdo, no hay que tener olfato de gol, no hay que ser preciosista. Hacen falta, sí, entusiasmo, velocidad y atención. Pero no es un puesto para el que hagan falta grandes inversiones. Se entiende que se sustituye con facilidad. De hecho, grandes laterales de ese lado, como Puyol y Sergio Ramos, por no remontarnos más lejos, ‘ascendieron’ a defensas centrales. Este se considera un puesto de más responsabilidad, donde convienen una experiencia y firmeza especiales, porque se juega en zona más dramática.

Y sin embargo, al Barça le ha dado muchos quebraderos la salida de Alves. Previendo su salida, ya que empezaba a sentirse incómodo en el club, se fichó a Douglas, que resultó ser el peor renuncio de Zubizarreta. Vino en la 14-15, para preparar el relevo (luego Alves renovó) y no valió para nada más que para que se dejara de fichar a Asensio, porque en ese momento no hubo liquidez para las dos operaciones juntas. No hizo nada en el Barça. Fue cedido al Sporting, ahora ha regresado y no se lo pueden quitar de encima. Tras él llegó Aleix Vidal, que en medio año no pudo jugar y después fue despreciado por Luis Enrique.

En verano de 2016, Alves se marchó. Aleix no contaba y Luis Enrique tiró de Sergi Roberto, un buen centrocampista que se apañó como pudo, pero cuando le apretaron lo pasó mal. Luis Enrique empezó a mirar mejor a Aleix, pero justo cuando cogía la onda tuvo un choque tremendo con Theo Hernández que le dejó fuera. El Barça persiguió a Bellerín, pero ha acabado en Semedo, jugador de ataque en origen, reconvertido en lateral por Helder Cristovao, entrenador del filial del Benfica. Cuesta 30 millones. Con todo ello, van gastados 56 millones en busca del sustituto de Alves, que tras funcionar en la Juve se va ahora al PSG.