James, con Ancelotti, no con Mourinho

James no cogió ayer el avión del Madrid rumbo a Los Ángeles. Su próximo destino es el Bayern, en una operación enredosa. Una cesión por dos años, con compra posterior obligada según unos, según otros no. Un enredo, bien para sobrevolar el ‘fair play’ financiero, bien para que el Madrid disimule que la venta final, por 45 millones, quedaría muy por debajo del precio de compra del jugador, hace tres años, que fue de 85. El caso es que se va. Es un espléndido jugador, que triunfó rotundamente en el Madrid con Ancelotti, se atascó luego con Benítez y con Zidane no ha remontado. Víctima de sí mismo, de los privilegios de Bale y de la fe de Isco.

Mourinho lo quiso para su United, lo mismo que a Morata, que de momento se ha quedado en el limbo. Ni es del Madrid ni deja de serlo. Me figuro que en su caso, como en el de James, ha pesado el corto plazo, y lo explico. El Madrid y el United han de jugar dos veces este verano: el 23, en Santa Clara, dentro de la International Champions Cup, esa especie de supercarranza americano, y, más en serio, el 8 de agosto, la Supercopa Europea, en Skopje, Macedonia. La perspectiva de perder uno de estos dos partidos, sobre todo el segundo, por bota de James y Morata, resultaba inquietante. Así que James al Bayern y Morata, ya veremos.

Mientras, el Madrid vuela feliz y confiado en busca de su pretemporada norteamericana. El Madrid vive días felices, con su segunda Champions consecutiva, su título de Liga reestrenado tras tantos años y con un modelo de futuro españolizado, cosa muy de la complacencia de muchos de sus aficionados. El Madrid ganó su sexta Copa de Europa, la última en blanco y negro, con un equipo íntegramente español. Aquello dejó huella en el tiempo, así que la elevación de Asensio y Carvajal más la llegada de Vallejo, Marcos Llorente, Ceballos y hasta Borja Mayoral es saludada con optimismo. La Sub-21 se va vistiendo de blanco.