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Messi sólo hay uno y juega en el Barça

El Barça se lleva otra Copa, la número 29 de su historia, pero el Alavés puede sentirse satisfecho, porque su final fue magnífica. La perdió porque en el Barça juega Messi, que anoche tuvo todas las luces encendidas. Marcó el primer gol, armó el segundo con una apertura a André Gomes para que éste enviara a Neymar (que estaba en offside) y le colocó el tercero en el pie a Alcácer, haciéndole llegar el balón por el ojo de una aguja tras una jugada descomunal. Ante un Messi desatado no hay nadie que resista. El resto del Barça no fue tanto, o fue poco. Bien Iniesta y algún otro, pero no hubo sensación de gran equipo. El grande fue Messi.

El Alavés planteó su partido a esperar y salir con pocos hombres y mucha intención. Así consiguió algunos sustos previos al gol de Messi, que llegó justo después de un tiro al palo de Ibai. Pero a ese gol de Messi, que parecía anunciar una final fácil, respondió Theo con un golpe franco inmejorable: lejano, con poco ángulo, cruzando el área por alto hasta la escuadra. Cillesen estaba demasiado centrado, pero pienso que ni en su sitio hubiera alcanzado esa trayectoria. El Alavés acarició la idea de llegar empatado al descanso, pero en el descuento de la primera parte le cayeron los otros dos goles, ya está dicho que con Messi como causa principal.

Nos quedamos sin final, pensamos en el descanso. Pero no fue así. El Alavés mantuvo el ánimo, mejoró su juego, cambió su diseño con Sobrino y Camarasa y le sacudió la estantería al Barça con vigor y con juego. Su ansia desconcentró al Barça, su enloquecido ataque desordenó la defensa culé. No llegó a marcar, pero tuvo vivo el partido hasta el final. Perdió, claro, porque, como dijo el Guerra, lo que no puede ser no puede ser y además es imposible. Porque sólo había un Messi en el campo y jugaba con el Barça. Pero quedó como un digno finalista. Por su parte, el Barça ganó a ley y ahora queda a la espera de lo que pase en Cardiff...