Barça, Alavés, la obligación, la ilusión...
Ya hace tiempo que el Barça desplazó al Athletic de la posición de Rey de Copas. Durante años se dijo aquello de que la Copa era una competición cuya final jugaban el Athletic de Bilbao y otro, y que generalmente ganaba el Athletic. Bueno, pues en este tiempo vale exactamente lo mismo para el Barça, que ya arrastraba un gran palmarés en la Copa de antiguo, pero que ahora ha convertido en récord que mejora cada poco. En total son 28 títulos en 38 finales. Es su competición. A pesar de eso, no hay ‘trempera’, como se dice en Cataluña, entre la afición. LaLiga del Madrid y la perspectiva de otro éxito europeo de los blancos enfría mucho.
Todo lo contrario sucede en Vitoria. El Alavés es debutante en este partido. No es que sea un equipo sin historia, pero nunca alcanzó la final de Copa. Vienen a Madrid 25.000 vitorianos, sólo 19.000 con entrada. Para muchos, es una oportunidad de desquite por aquella final fallida de la UEFA, ante el Liverpool, en Dortmund. Un partido tremendo que resultó mal, 5-4 en contra, resuelto por un gol de oro en propia meta. El Alavés mereció aquel título. Quedó la sensación de que el fútbol le debe algo. Hoy se lo intentará cobrar, con un equipo compacto fabricado por Pellegrino en el que han brillado Pacheco, Theo, Llorente y Camarasa.
El Barça llega sin Luis Suárez, pero con Messi, Neymar y los demás. Eso incluye a Cillesen, titular por la moda-norma de que la Copa la juegue el meta suplente, aun en la final. Es la despedida de Luis Enrique, tras un periodo de luces y sombras en el que ha administrado los últimos restos del guardiolato. El Barça es mejor, claro, pero el grado de emoción de unos y otros es distinto. Para el Barça es una Copa de consolación en una temporada en la que el Madrid le ha doblado la mano. Para el Alavés es la oportunidad de alcanzar el éxito más fabuloso de su historia. Todo con el telón de fondo del cierre del viejo Calderón. Esta final se recordará.