Simeone sigue ahí, remando río arriba...
Marco Ruiz ha tenido un largo encuentro con Simeone, del que da testimonio su entrevista. Héroe de esta gran época del Atlético (si no la mejor de la historia del club sí una que admite comparación con cualquier otra) desfalleció en Milán, tras la segunda final perdida ante el Madrid. A aquel desencanto se sumó una oferta que le sugirió ‘treinta y cinco millones de razones’ para dejar el Atlético. Se quedó porque tenía un contrato que le obligaba y que, dicho sea de paso, el club se vio obligado a acortar y mejorar. Pero una vez cumplida esa enojosa reconciliación, ha reemprendido su tarea de remar río arriba con la barca del Atlético.
Son ya, hay que recordarlo, cinco años y medio como entrenador del Atlético. Un caso extraordinario en el mundo del fútbol competitivo, en el que no incluyo al Arsenal, y me sabrán entender, donde Wenger ha conseguido el raro privilegio de ser aceptado como entrenador para el futuro hasta mucho más allá del tiempo en el que el futuro se hizo pasado. El mérito único de Simeone es que aguanta ya durante casi seis años el pulso de un club que antes de él perdió comba pero que ahora se obliga a estar de nuevo donde estuvo: entre los mejores de Europa, incordiando al Madrid y al Barça en España. Ese es el apretón que aguanta Simeone.
Le cuesta, se nota, lo confiesa. Después de este tiempo, se ve entre la lealtad a los de primera hora (Juanfran, Godín, Filipe Luis, Gabi, Koke...), a los que han ido apareciendo (Vrsaljko, Lucas, Giménez, Savic, Griezmann, Carrasco...) y el Niño Torres, que convocó a 50.000 aficionados en su regreso. O sea, un mito, además de un jugador. Ahí se mueve Simeone ahora, entre la lealtad a los que le han acompañado estos años, la justicia que exigen los que han aparecido sobre la marcha y la consideración que merece toda leyenda. Eso, más la exigencia histórica de estar junto al Madrid y al Barça, o al menos cerca. Y ahí sigue, remando río arriba...