La prensa no busca motores
Durante la década de los 90 comenzó a sonar el runrún de que existía una sustancia indetectable, que oxigenaba la sangre y suplía los beneficios de la altitud. La sustancia se llamaba eritropoyetina o EPO. En algunos medios se llegó a publicar. En este diario, en concreto, logramos incluso que un médico nos presentara anónimamente el producto. A esas noticias, el pelotón y su entorno siempre respondían: “Inventos”. Hasta que en vísperas del Tour de 1998, la gendarmería francesa descubrió un arsenal en el maletero del coche de un auxiliar del Festina, Willy Voet. Ahí arrancaron los años más negros del ciclismo, de los que aún no se ha recuperado del todo. En las últimas fechas, cuando preguntas sobre el posible uso de motores en las bicicletas, muchas veces topamos con la misma contestación: “Inventos”.
Algo parecido dijo Alberto Contador en la entrevista que publicó ayer AS: “Se le ha dado mucho bombo, tal vez porque en ese momento no había noticias, o porque vendían más...”. No quiero personalizarlo solo en él, porque ya escuché esos argumentos a otros, ni mucho menos insinuar que los esté usando. Ni tampoco equiparar este problema con aquel dopaje generalizado. Pero algo no cuadra en esas respuestas cuando la UCI lleva desde 2015 buscando motores, primero mediante escáneres y ahora con un método de resistencia magnética; cuando Francia aplica cámaras térmicas de energía atómica; cuando además ya se le detectó uno a Van den Driessche... Esos motores no los busca la prensa. En realidad, la noticia que más nos gustaría publicar es que Contador vuelve a ganar el Tour. Le animamos. Eso sí vendería.