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El espíritu del Guaje anda suelto

Postigo sacó de banda. Fer Ruíz peinó la bola. Un defensa de L’Hospitalet la rechazó. La virgen de Butarque o la Santina (quizá ambas) quisieron que cayera en los dominios de Carlos Álvarez. El asturiano ejecutó una chilena eterna. La chilena del ascenso. Ese gol paralizó Leganés. Las puertas del paraíso volvían a abrirse. El Lega retornaba a Segunda. Sucedió el 22 de junio de 2014.

Un día antes, en Brasil, Messi se había vestido por enésima vez de crack. Su zurda fabricó un obús desde fuera del área para ganar a Irán en el 94’ y poner a Argentina rumbo a los octavos del Mundial. Dos goles separados por 24 horas y un sideral abismo futbolístico. Hoy ambas realidades se fusionarán en un único espacio, el césped del Camp Nou. Y todo sucederá apenas a cinco kilómetros del estadio donde surgió aquella chilena mágica. En plena tormenta por la goleada del PSG, con la Pulga amenazante, los pepineros aterrizan en el Camp Nou sin miedo a chaparrones y la valentía por bandera. Objetivo: ganar. ¿Imposible? Puede. Pero en Leganés los sueños se cumplen. Tan cerca de la Feixa Llarga, yo que Luis Enrique andaría con cuidado. El espíritu del Guaje anda suelto.