Hernández da munición a los tecnólatras
La verdad es que si Hernández Hernández o su linier hubieran dado el autogol de Piccini nos hubieran ahorrado un problema. Y no parece tan difícil. Hernández Hernández hizo ademán de pitar, pero le frenó el hieratismo de su linier, que no corrió hacia el medio campo. ¿Por qué no lo vio el linier? Quizá le tapó el cuerpo del propio Mandi, el que lo saca en la raya. Con todo, cuesta digerir el doble error. El despeje de Mandi pega en el larguero y luego sale hacia el campo, y esa trayectoria del rebote induce a pensar que ha sido sacado desde dentro. En directo, en la transmisión, yo tuve sensación de gol, como tanta gente, sobre todo por eso.
Pero no lo dieron y se ha armado. Es un nuevo argumento para los tecnólatras que apoyan el auxilio arbitraje para el fútbol. Yo en eso tengo más que dudas: desconfío. Y el descalzaperros del Mundialito no me ha animado. También pienso en otra jugada del domingo, la del penalti-expulsión de Pareja, tan decisivo igualmente. En esa jugada no veo mucho acuerdo. No sé qué estaríamos hablando ahora si el rearbitraje electrónico hubiera fallado sobre esa jugada, en un sentido o en otro. Pero, si hay que aceptarlo, y veo que acabará siendo así, no es malo empezar por el ojo de halcón. Nos hubiéramos ahorrado lo de Heliópolis.
En el mundo del fútbol se habla de las ‘Big Five’, las cinco grandes ligas europeas. Sólo la nuestra no tiene incorporado el ojo de halcón. Para algunos es un gasto excesivo para una jugada que sólo se da cada mucho. Para otros, es un sistema rápido y sencillo para eliminar casos que, aunque raros, resultan sangrantes y que, caso de pillar un grande por medio, provocan un estallido. Este caso ha sido lo peor porque le pasó a un Barça ya mosqueado y que encima marcó después, con lo que el gol mandado al limbo no se ha llevado un punto, sino dos, y en provecho del Madrid. De esta vendrá el ojo de halcón, pienso. Y luego, todo lo demás, me temo.