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La Felizidane no tiene límites. Mientras al otro lado del Puente Aéreo se retroalimentan con debates orientados hacia un complot arbitral que explica su actual situación de actores secundarios (¿habrán olvidado ya lo que pasó en el Clásico del Camp Nou?), el Madrid de ZZ se dedica a seguir sumando triunfos, goles con múltiples identidades, prestigio y récords. Precisamente el alcanzado ayer deja al Barça sin la corona que hasta ahora mantenía en solitario, con 39 partidos consecutivos invicto. Luis Enrique siempre tuvo sus piques con Zidane como jugador y ahora mantienen otro pulso apasionante en los banquillos. Lo del francés ya no es una flor, sino el Central Park de Nueva York. Lo que parece evidente es que el madridismo vive en estado de nirvana y, lo más importante, no parece tener fecha de caducidad. Ayer mismo se vio que todo era propicio para el deleite. El Bernabéu bañado en oro para festejar el cuarto Balón de Oro de Cristiano. Para acompañar al portugués el club montó una foto irrepetible a pie de césped con Kopa, Ronaldo (el Fenómeno), Figo, Owen y el propio Zidane, a los que se unió el gran Paco Gento, que no ganó el Balón de Oro pero tiene seis Copas de Europa, que es mucho más valioso que todo eso. Y por videoconferencia entraron Kaká y Cannavaro (muy ovacionado el italiano). Y la imagen del maestro Di Stéfano para culminar un acto emotivo, medido y que refleja la grandeza de un club que ya escribió su historia, pero que se resetea cada día que pasa para que el retrovisor sólo sea una consulta placentera, no una necesidad para el consuelo.

De récord.- Lo más llamativo es que ese espléndido Director de Recursos Humanos que tiene el Madrid en su banquillo ha obrado el milagro de los panes y los peces. Estamos a dos jornadas de finalizar la primera vuelta (a las que hay que añadir el partido aplazado con el Valencia para el 22 de febrero) y ya hay 20 jugadores de campo que han metido al menos un gol. Ayer se unió a la fiesta Casemiro. Si quitamos a los tres porteros, sólo falta Coentrao por mojar. Algo que sólo se explica por la política magistral de reparto de egos y minutos que Zizou ha diseñado con la templanza de un sabio y el tino de Juana de Arco. Nadie pone mala cara, todos aceptan que unos días toca y otros no, y cuando salen muerden, disfrutan… y golean. La palabra “innegociable” ha pasado a mejor vida en este maravilloso proyecto.

Granada, ánimo.- Le tengo mucho cariño a este club y me da penilla verle así. Lucas Alcaraz es un buen entrenador y tiene el ADN del equipo metido en sus venas. Sólo él puede obrar el milagro de la salvación. Pero esto de pasar la camiseta y el escudo de dueño en dueño extranjero te lleva a perder indentidad, hacer plantillas nuevas cada verano y devaluar el compromiso emocional de todos. Ojalá el tal John Jiang sepa rodearse para permitir que Los Cármenes sigan siendo de Primera un año más.

Marcelo, crack.- La jugada del brasileño en el gol de Cristiano es para mandársela a Spielberg para que monte una película en torno a ella. Puro espectáculo. La década prodigiosa de Marcelo en el Bernabéu da para una reflexión. Él costó sólo 5,5 millones de euros, lo mismo que su compatriota Casemiro. Se puede fichar bueno y barato. Marcelo sí que nació para jugar en el Madrid. Alegre, comprometido, humilde y súper futbolista. Jugón de bandera. Obrigado, campeón.

A seguir la racha.- Esto no se detiene. El jueves y el domingo hay doble batalla en el Pizjuán y la posibilidad de alcanzar los récords de invencibilidad del Nottingham (40 partidos) y más adelante del Milán (42) y la Juventus (43). No hay que detener este sueño hecho realidad. Más orgulloso que nunca de este equipo de oro. El Madrid, the Legend.