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Casilla recorta su desventaja

Kiko Casilla jugará mañana su undécimo partido de la temporada y, si el Madrid llega lejos en la Copa, doblará holgadamente el número de encuentros que disputó la campaña pasada (siete) con la sensación de que anda muy cerca de Keylor, al que le ha costado ponerse en marcha. Lo que sucede es que en ese puesto el voto de los entrenadores es ultraconservador. Por convicción, por tradición y hasta por superstición. Pero Casilla, que fue titular a comienzo de campaña porque Keylor no se curó a tiempo de una complicada lesión que se produjo el curso anterior, fue solución y no problema. “No me gusta hablar de mis virtudes, pero si tengo que destacar una sería la tranquilidad”. La propia, que está de su mano, y la de la afición, que se ha sentido segura con un portero que ha subido todas las cuestas del fútbol.

Y es que su carrera se volvió empinada casi desde la salida, cuando un ojeador del Nàstic le vio en un partido con su equipo de cadetes, el Alcover (que le ha puesto el nombre de Casilla a su campo estas navidades), y le convenció para que siguiera en el fútbol y se apartase de la estela de su hermano Pepe, que fue capitán de la selección española de voleibol. De cadete también llegó al Madrid y su camino fue haciéndose cada vez más estrecho, hasta verse de tercer portero en el Castilla. Pasó malos ratos en el Espanyol B y en el Cádiz y le sacó a flote JIM en el Cartagena. En el Espanyol se convirtió en el portero que más paradas hizo en dos temporadas, Del Bosque le dio una oportunidad en la Selección y en el Madrid cogió el rebote de aquel intento fallido sobre De Gea. Se ha ganado su mes en el escaparate.