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El Madrid, otra vez sobre el alambre

¡Pentacampeón del mundo! El Madrid escala otra cima en el primer año de Zidane, esta vez a costa de un equipo menor, que se coló en la final a base de las mismas virtudes que le vimos ayer: insistencia, atención, sacrificio. En cuanto al Madrid, se está acostumbrando a pasear por el alambre. Ganó la Champions con prórroga (y penaltis), ganó la Supercopa con prórroga y ganó este partido también con prórroga. Y hasta podría decirse que con un jugador prorrogado, Sergio Ramos, al que todos vimos expulsado al final del tiempo reglamentario, cuando hizo un falta más que digna de una segunda amarilla. Pero el árbitro se arrugó.

Ese fallo arbitral (que no del VAR, en cuyo manual de uso no entran esas decisiones, al menos eso cuentan) desluce la victoria del Madrid y crea un cierto reparo a la hora de celebrarla. El Kashima había hecho tanto que verle sufrir injusticia ante el poderoso mueve a solidarizarse con él. Se rehizo del primer gol, obra de Benzema (que hizo un partido exquisito, el mejor que le he visto), aprovechó el rápido acomodamiento del Madrid, empató, se puso por delante de nuevo, encajó el empate de penalti (justo, hay que decirlo) y acabó apretando. El final del tiempo reglamentario fue angustioso para el Madrid, metido en su área, sacudido por las solapas.

¿Qué hubiera pasado en una prórroga diez contra once? Eso no se sabrá nunca, pero se hablará de ello mucho tiempo. En todo caso, hemos aprendido otra cosa del VAR: si no tuvo la culpa, tampoco sirvió para compensar la cobardía del árbitro. Pero el Madrid jugó con once y pasó lo que pasó: que Cristiano Ronaldo, que había hecho un muy mal partido, marcó dos goles, dos acciones de gran delantero centro, que es a lo que ha de encaminar su carrera. Fuera del área se equivocó en casi todo. Esperando dentro, fue devastador. Tendrá que armarse de paciencia para jugar ahí. El ‘hat trick’ y el MVP bien pueden animarle a ello.