La calidad de los árbitros españoles y la posibilidad de que sean aún mejores
Calidad. Muchas veces la gran calidad que atesoran nuestros colegiados amortiguan ciertos aspectos mejorables que pasan inadvertidos al público. La comisión de arbitraje de UEFA no permite que un árbitro designado para una de sus competiciones tenga dos días antes otro partido, ya sea a nivel nacional o internacional, amistoso o de competición. Medida totalmente razonada y justa, ya que da valor a su competición y trata al árbitro como a un deportista de élite que es lo que es.
El tiempo. El problema viene cuando es al revés y me explico. El jueves de la semana pasada, 19:00 horas, Del Cerro actúa como A. A. Adicional en el Sparta Praga-Southampton, en Praga, y el sábado tiene un partido de LaLiga Sevilla-Valencia. Viaje y directo a Sevilla. No creo que sea la mejor manera de preparar un partido de nuestra Liga.
Descanso. Otro ejemplo: domingo, 20:45, Real Sociedad-Barça, árbitro Gil Manzano. No vuelven a pasar ni 48 horas y el martes arbitra Copa el Alcorcón-Valencia. Tenemos suerte de que en España, lo repito, la calidad técnica y física de los árbitros es envidiada por el resto de asociaciones. Pero esto no quita que en algunos partidos un árbitro que esté en estas circunstancias dé un 8 cuando con el descanso necesario y la preparación lógica anticipada pudiera dar un 9.
Excelencia. Creo que son pequeños detalles que pasan desapercibidos, pero que nos alejan de la excelencia que queremos todos para nuestro fútbol. Cada vez hay más debate en cuanto a la implantación de las nuevas tecnologías en el fútbol y, siempre por lo que escucho, también esto nos lo cargan en nuestro debe. Los árbitros somos los garantes de las reglas de juego los 90 minutos pero no legislamos. Estudiamos las reglas y después las aplicamos intentando siempre favorecer el espíritu del juego.
Tecnología. La última jugada que nos ha tocado vivir fue en Anoeta: gol o no gol, y posterior gol en el rechace, mal anulado. Esta jugada será la más difícil que se puede encontrar un asistente en un partido. Dos situaciones potencialmente difíciles. El asistente tiene que estar concentrado en si entra o no y en la posición del atacante a la vez. La primera ya en su cabeza le generará dudas inmensas y la segunda viene con esa rémora anterior. Si tuviésemos tecnología de gol, ese asistente tendría toda su atención sólo en el fuera de juego y muchísimas más posibilidades de acertar. Hagan la prueba y observen desde la banda un tiro rebotado del larguero al suelo, y si distinguen dónde bota, ¡enhorabuena!