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Cambio “hombre por hombre

Un delantero sale del campo, y entra en su lugar otro delantero. En casos así puede ocurrir que el narrador proclame: “Es un cambio hombre por hombre”.

El espectador o el oyente se quedarán pensando primero que el comentarista erró en la expresión y quería decir otra cosa. Pero la reiteración durante las distintas jornadas les hará deducir que no se trata de un lapsus, sino del uso consciente de una expresión acuñada por los de su oficio: esos periodistas que buscan diferenciarse de los demás hablando peor, en vez de elegir diferenciarse haciéndolo mejor.

La expresión “hombre por hombre” no añade información alguna cuando se anuncia uno de los tres cambios de los que dispone cada equipo. Porque todas las sustituciones son “hombre por hombre”. Claro, no se va a producir ningún cambio “hombre por mujer”, ni “hombre por niño”, ni “hombre por pato”. Siempre veremos que sale un hombre y entra otro, salvo que se trate de fútbol femenino o de campeonatos infantiles.

Esa fórmula solamente la imagino correcta en competiciones de polo, puesto que ahí sí sería relevante decir que se cambia un hombre por otro hombre, puesto que cabría la posibilidad cambiar “caballo por caballo”.

Los periodistas que se expresan mediante un dialecto propio (o sea, lo que en lingüística se llama “idiolecto”, sin que la palabra tenga mala intención ni implique un insulto) anuncian un cambio “hombre por hombre” cuando quieren decir “delantero por delantero” o “defensa por defensa”. Intentan significar con ello que no cambia el dibujo táctico del equipo. Usted y yo diríamos “centrocampista por centrocampista” o “portero por portero”, pero así no podríamos creernos originales.

Por otra parte, la locución “un cambio hombre por hombre” suena a canje de prisioneros: tú me das uno y yo te devuelvo otro; y evoca además el eco de “ojo por ojo y diente por diente”; como si se tratase de una venganza del entrenador.

Pero lo peor de esa frase hecha de sinrazón consiste en que no informa sobre lo que la gente desearía saber: si el entrenador ha cambiado a un lateral o a un medio centro por otro lateral o por otro medio centro; incluso por un extremo o por un delantero, porque también en tal caso se cumpliría la realidad de haber sustituido a un hombre por otro hombre.

Hay veces en las que uno desearía algún cambio comentarista por comentarista.